«Hacer del paro una herramienta de insumisión, de desacato» // Entrevista a Verónica Gago
En
La luna con gatillo (programa 32 - 20
de octubre de 2016) sobre el 1º Paro nacional de mujeres y la movilización que
se realizó el 19 de octubre de 2016 en Buenos Aires y en otras importantes
ciudades de Argentina y de América Latina.
Mariano
Pacheco: ¿Tenés idea, más o menos cuánta gente se calcula que participó en la
movilización de Buenos Aires?
Verónica:
Mirá, ayer, se decía doscientas mil personas, pero la verdad es que no hay
manera de chequear ese dato. Sólo se puede calcular a partir de cómo se circuló
ayer en la marcha, por rumor, por entusiasmo y un poco por el agite de estar
ahí. Es difícil de hacer un número preciso debido a la forma de desborde mismo
que asumió la movilización. Lo que habíamos imaginado en la asamblea, un punto
de concentración y después la movilización a Plaza de Mayo entrando por una
sola avenida, se desbordó, se dispersó en dos avenidas y en las calles
laterales, por la cantidad de gente, por la lluvia y también por un modo mismo
de darse la propia asistencia a la marcha que no cabe en los encuadres más
usuales.
Mariano
Pacheco: ¿Nos contás más desde lo vivencial, cómo experimentaste vos, "el
estar ahí"?
Verónica
Gago: La verdad que fue muy, muy impresionante y muy emocionante.
Primero,
porque sucedió a pesar del clima que era horrible. Ayer en Buenos Aires llovió todo el día, hacía
frío, había viento. Se podría decir que eran las peores condiciones para una
movilización y, aun así, empezaron a llegar contingentes, colectivos, grupos de
amigas, chicas sueltas, y a quedarse bajo la lluvia, con una disposición
colectiva a estar ahí, y a aguantar esas condiciones climáticas muy duras, a estar
varias horas empapándose y marchando.
Había
como una especie de felicidad muy palpable, que surgía de estar ahí presentes,
a pesar de todo.
Lo
más notable fue haber podido materializar esa reacción tan rápida que tuvimos después
del encuentro de Rosario, y frente al crimen de Lucía, y a los crímenes que se
sucedieron enseguida, después del Encuentro Nacional de Mujeres. Tener esa
velocidad de iniciativa política, de reacción, y de transformar un poco la
fuerza que venimos sintiendo, y que en Rosario fue muy evidente, en una
capacidad concreta, en las calles, de "decir basta". Aun si en principio,
por supuesto, parecía muy difícil organizar un paro en una semana.
Quisimos
un paro a nivel nacional por la sensación de urgencia, por la sensación que
teníamos que hacer algo con esa rabia, que no podía hacerse un cálculo de
tiempo que fuera más allá de esa indignación, sino que había que convertir esa
indignación en fuerza política y la verdad es que salió muy bien.
Me
parece que fue eso lo que conectó, transversalizó, e hizo que se difundiera la
propuesta incluso más allá de Argentina. Estábamos todo el tiempo sorprendidas de cómo
esto empezaba a repercutir en América Latina e incluso en otros lugares del
mundo, y tener esa experiencia de fuerza que conecta con otras,
es
muy impresionante y muy inolvidable.
Carlos
Bergliaffa: Verónica, me llamó mucho la atención ayer, que algunos medios y
redes, esto que estás diciendo vos, respecto de lo que parecía que esas dificultades,
como la lluvia o la falta de tiempo para convocar, se preguntaban ¿qué iba a
pasar con eso, con las condiciones adversas? Como si las condiciones adversas
de las vidas de las mujeres no fueran bastante más terribles que mojarse las
horas que estuvieron ustedes en la marcha. Me parece que se minimizaba la
posibilidad de que pudiesen mostrar la fuerza del rechazo, el grito de no
soportar más estas condiciones que están tolerando en la vida cotidiana.
Verónica
Gago: ¡Totalmente! Me parece que la fuerza
de indignación, de rabia, por el crimen de Lucía y de todas las muertes de
mujeres, nos da una energía a partir del rechazo. A pesar de que todo el tiempo
nos quieren enlutar, y nos quieren, sobre todo, enmudecer.
Me
parece que con estas manifestaciones se muestra esa mezcla rara de duelo y de
luto por la tristeza de estas muertes y de cómo nos están matando, pero,
también, se muestra la energía y la alegría colectiva que genera sentir que no
estamos solas, que podemos hacer algo juntas con ese dolor y que tenemos la
fuerza para decir "Ya basta". Es esa mezcla la que es muy potente.
Poder
hacerse cargo del duelo, públicamente, colectivamente, es decir, no cada una
quedándose con el miedo encerrada en su casa o no pudiendo salir, o tragándose
una cantidad de injusticias, o envenenándose mirando cómo en la televisión se
relatan esos crímenes; si no, haciendo de eso una disposición a estar con
otras, en cualquier condición. Me parece que ahí hay una estrategia de
autodefensa concreta. Queda claro que la única manera de defendernos es
haciendo de esto un movimiento político, encontrándonos, estando en la calle.
Y,
además, me parece, que también está quedando claro que estas manifestaciones,
que son muy masivas, como fueron las del 3 de junio, la de Rosario, y ésta, se
tejen por un cotidiano, por un día a día, que es organización, charla con la
vecina, charla con la amiga, pequeñas actividades en un centro comunitario, en
un centro cultural o en cualquier barrio. Es decir, que hay toda una trama que
se mueve, día a día, que hace posible y que se manifiesta, de manera tan
contundente, en estos llamados, porque si no tampoco se entendería la capacidad
de difusión y de masividad y receptividad, que se tuvo desde el jueves pasado,
que fue el día de la asamblea en la que se decidió ir al paro.
Carlos
Bergliaffa: Fue realmente tremendo el
impacto, tanto es así que le modificaron la agenda a todo el mundo y también a
los medios, a los gobiernos y a las redes sociales. Fue con una potencia que
nadie pudo sustraerse realmente a la convocatoria, una “provocación” al sistema
patriarcal. Y, por otra parte, una cosa muy llamativa, muy interesante, es que
desde la proposición de ustedes nunca al menos, se trató de hacer una cuestión
corporativa, unificada, organizada. No se trató de hacer, lo que sí propone el
régimen patriarcal, un modo unificador. Propusieron otra cosa, que hizo correr
un montón de intensidades y flujos muy variados, muy heterogéneos, muy
distintos, pero con los cuales también se hizo algo, como un cuerpo no
organizado.
Verónica
Gago: Sí, la verdad que eso es muy impresionante porque es otro tipo de
organización. Ayer, el paro fue una hora todas coordinadas, para dejar de hacer
lo que estábamos haciendo, para ausentarnos de nuestros trabajos, para sustraernos
de las tareas de cuidado, pero a la vez, lo que fui escuchando, lo que fui
viendo, es que todas, durante todo el día, lo que hicimos fue dedicarnos a
hacer las cosas que teníamos que hacer para estar juntas. O sea que la forma de
parar también fue: "hoy nos dedicamos solamente a hacer lo que hay que
hacer para organizarnos y estar juntas". Otro punto central es que me
parece que se pluralizó mucho la noción de paro. Por un lado, porque le sacamos
el monopolio de esa herramienta a los sindicatos, y sobre todo a estas fotos de
los cinco varones que aparecen todo el tiempo, con el supuesto poder de decir
"nosotros decimos cuándo se para y cuándo no se para" y mientras
tanto, van negociando los términos de la obediencia y del ajuste. Nosotras lo
que hicimos fue, por un lado, burlarnos mucho de esa situación, y por otro
sustraer esa herramienta y además reinventarla, me parece, porque lo que
hicimos fue decir: "Bueno, podemos parar todas" en las condiciones en
que estemos: ocupadas, desocupadas, formales, informales, precarias, amas de
casa… y cada quien va a ir inventando y conectándose y mostrando cómo puede
hacer del paro una herramienta de insumisión, de desacato. Y también
problematizando un poco lo que es el mapa muy heterogéneo del trabajo especialmente
en lo que refiere al trabajo femenino, que se complementa con la enorme brecha
salarial entre hombres y mujeres, que llega a un 27% promedio. Esa complejidad
del mundo del trabajo, que es el mundo de las vidas y el mundo de los cuidados,
el mundo de los reconocimientos, el mundo salarial y el mundo de las relaciones
familiares, se puso ayer un poco en movimiento paradójicamente con el paro. En
ese sentido, se logró conectar la cuestión de la violencia de género, con la
cuestión de la violencia económica, política, social y cultural en un acto
masivo.
Me
parece que hay otra fuerza del movimiento y que es no hacernos un gueto: no es
una cuestión de confinar la experiencia de las mujeres, no es sólo una cuestión
de violencia específica de género, sino cómo entendemos que esta violencia, que
hoy se inscribe en el cuerpo de las mujeres, -como siempre dice Rita Segato-,
que toma el cuerpo de las mujeres como texto, y nos está hablando de un nivel
de violencia, de formas de explotación y de formas de despojo, que estamos
pudiendo nombrar y que estamos pudiendo contestar, para poder resistir...
Mariano
Pacheco: Sí, parece que a la CGT se le se le escapó la tortuga nuevamente. Como
cuando emergieron los movimientos de trabajadores desocupados, entre otras
expresiones. Ayer, otra vez la dinámica de los movimientos sociales los excedió
por todos lados.
Verónica
Gago: Y sí, yo creo que con la manifestación de ayer, lo que quedó claro es que
la velocidad del reclamo no la ponen ellos, que la agenda no la ponen ellos, y
hay que ver de qué manera se puede interlocutar, o no. Pero está claro que hay
otras vías de protesta, hay otros lenguajes, en los que se está diciendo cuál
es la injusticia del momento, y que eso es muy masivo. Son grupos que están
pensando la coyuntura y que pueden, justamente, cruzar estos elementos de
coyuntura de resistencia contra el ajuste, contra el tarifazo, de resistencia a
las formas de expropiación que se están viviendo todo el tiempo, y el modo en
que eso afecta directamente el cuerpo de las mujeres y estalla como violencia
cotidiana.
Carlos
Bergliaffa: La convocatoria al paro y a la marcha dio la posibilidad de
imaginar la forma de liberar la potencia del cuerpo de la mujer del intento de
dominación masculina, que se viene ejerciendo desde miles de años de existencia
humana. Me parece que en esto que vos decís, recién se vio este germen y no se
sabe qué energía puede liberar en el campo social.
Verónica
Gago: Si, eso me parece que es un punto clave: hasta qué punto esta movilización
arrastra también elementos del campo social y del campo político, en general.
Y
después, me parece, que también hay que pensar que esta guerra contra las
mujeres, este tipo de ofensiva, en el que nos agreden y matan todos los días, y
que se muestra en las imágenes que propagan, por ejemplo que octubre se quiere
llevar el ranking de los femicidios en Argentina, lo que está también mostrando
es un tipo de represalia contra un poder o contra una autonomía que están
poniendo en acto las mujeres, en toda su heterogeneidad y en cada situación
concreta.
Entonces,
ahí también hay que estar todo el tiempo evaluando cómo es esta movida de
fuerzas. Lo que está claro es que este nivel de violencia está respondiendo a
un nivel de autonomía, como respuesta a un poder nuestro. Esa forma, esa
genealogía, esa ofensiva del poder, también nos da conciencia y nos da
visibilidad de nuestro propio poder.
Marisa
Emilia Francia: Me preguntaba qué afectos se pueden liberar en mujeres que
resisten y que descubren que pueden resistir. Ayer en la marcha, por ejemplo, se
sumaban mujeres a nuestra columna con ganas de cantar, que nos pedían les
pasemos las canciones, que querían intervenir con nosotras, tomadas. Me quedé
pensando de cuando el afecto se libera, creo que también se desconoce el afecto
que está oprimido en el cuerpo de la mujer, y se desconoce la potencia que
puede tener, y es hermoso realmente encontrar mujeres liberadas, que
encuentran... Eso me pasaba ayer, a mí, en la marcha, sentíamos que éramos como
sostén de todas esas mujeres que estaban buscando liberarse, y creo que eso es
una potencia inimaginable que no se sabe a dónde puede terminar, o a dónde
puede llevar, eso me parece fantástico.
Verónica
Gago: Totalmente. Totalmente. Fue así y lo compartimos con muchas compañeras,
de volver a nuestros propios lugares con esa experiencia de fuerza en el
cuerpo, que no es lo mismo haber pasado por ahí, haberlo experimentado, tenerlo
encima y volver, a donde sea que se vuelve, con esa fuerza. Es una fuerza que
se vuelve recurso, tal como vos lo decías.
Y
lo del canto era muy impresionante, porque había un montón de cantitos, pero
también, lo que por momentos hacía como una especie de marea, era ese grito
tapándose la boca, que es muy fuerte, porque es una especie de vibración que se
empieza a sentir, y realmente le dio a la marcha un tono muy, muy alegre, y a
la vez de mucha fuerza.
Carlos
Bergliaffa: Verónica, respecto de lo que estábamos hablando recién de los afectos,
en tu nota de Lobo suelto! vos
planteás con mucha delicadeza, y mucha dulzura, que a la proposición del paro
surgió una reacción de la violencia masculina diciendo qué es lo que tenían que
hacer ustedes, si nos tenían que invitar o no a la marcha, como tratando de organizar
lo que ustedes tenían que hacer, lo que a ustedes les pasaba. Intentando limitar lo que ustedes hicieron
circular, lo que a ustedes les pareció que había que hacer.
Verónica
Gago: Sí, fue una polémica, me parece que cuando surge toda esta iniciativa y
toda esta fuerza, desde ciertos medios se intenta banalizar un poco el tema, y
una de las maneras fue decir: "Bueno, las mujeres excluyen a los
hombres", o también: "es una marcha que discrimina a los
varones". Y la verdad es que la idea desde el principio, y se discutió
bastante en la asamblea, era "en esta marcha, lo que hay que garantizar es
el protagonismo femenino, cómo nosotras salimos y reaccionamos y nos hacemos fuertes juntas,
frente a estos crímenes que estamos sufriendo las mujeres, y que los compañeros
acompañen". Era bastante claro y bastante sencillo. Creo que logramos
eludir este intento de que sea, finalmente, el tema principal qué hacían los
varones.
Mariano
Pacheco: Bien Verónica, estamos en el tramo final del programa, quería compartir
con nuestros oyentes un texto, que salió publicado, si mal no recuerdo, hace
dos días en Lobo suelto, un blog en el que vos participas y escribís a menudo,
que dice: "Una Lucha como la que hoy planteamos, se desarrolla en todo
espacio y todo tiempo, es una lucha por la sensibilidad, no sólo por las ideas,
por montar estructuras inconscientes, no sólo discurso conscientes, un
ejercicio colectivo y no violento, no puede aspirar a ser, del todo pacífico,
menos cuando cuestiona la dominación y tensa la tregua". Entonces, para
finalizar esta entrevista, además de agradecerte que te comuniques
telefónicamente con nosotros, quería pedirte una breve reflexión en torno a
esto, de que está tan presente nuestra cuestión política cotidiana, la cuestión
de los consensos, que todo debe ser en una especie de puesta de acuerdo de
todo, todo el tiempo. Movimientos como estos de ayer vienen a un poco a
violentar esa situación del consensualismo democrático de estas democracias
parlamentarias.
Verónica
Gago: De alguna manera sí, sobre todo porque en último tiempo estamos viendo
que esta idea del consenso es bastante espuria, si bien podemos siempre discutir hasta qué punto la
democracia en general es una forma en la que, más que consenso, lo que hay son
ciertos pactos, me parece que ahora, con las últimas medidas del gobierno, y
con lo que estamos viendo de cómo se afecta la vida cotidiana, está claro que
hay una violencia que viene canalizada en medidas de ajuste, de privatización y
de denigración en general de la vida que obliga a poner a discutir de qué
violencia estamos hablando cuando hablamos de violencia. La escenificación que
se quiso hacer en el Encuentro nacional de Mujeres fue grotesca: no se hablaba
en los medios de la convocatoria masiva hasta que se perpetró la represión
policial. El uso político que se hace de lo que los medios llaman violencia -como
es pintar grafitis, por ejemplo- como justificación de la represión de las organizaciones
y manifestaciones sociales es verdaderamente violenta. Y la violencia
patriarcal a la que respondió la medida de ayer es el verdadero problema donde
hoy se anuda la violencia de la explotación, del racismo y del sexismo.