Clinâmen: ¿Qué es la sociedad de control?


Conversamos con Pablo Rodríguez (“Manolo”), profesor e investigador en ciencias sociales, especialista en el pensamiento de Simondon y Foucault. Gubernamentalidad cibernética, algorítmica. Vigilancia distribuida e inmanente (el perfil). La biopolítica y la necesidad de crear nuevas armas. El programa está disponible acá:

Por lo general pensamos en la sociedad de control como una torre panóptica desde la cual nos miran desde arriba todos nuestros movimientos. A partir del teléfono celular la sensación es que estamos llevando la torre en el bolsillo todo el tiempo. Y a partir de Facebook participamos nosotros del ‘¡que nos vean, que nos vean!’, ‘¡contemos todo de nosotros mismos!’, no vaya a ser que los que supuestamente nos controlan se pierdan un detalle. Manolo, qué sociedad de control cuando estamos nosotros exhibiéndonos a full…

Justamente, esta cuestión de la torre panóptica es lo que a veces dificulta la comprensión, porque cuando uno piensa control, piensa en un ojo central o algo que vigila, y la vigilancia uno la siente como intromisión respecto de algo; y efectivamente lo que ocurre hoy es casi lo contrario. Por algo que tiene razones casi mágicas de comprensión, que es: la cuestión de la necesidad de estar comunicado, la necesidad de exhibirse hace que en realidad todos seamos controlados pero sin la sensación de estar vigilados. La idea de la vigilancia inmanente o la vigilancia distribuida tiene que ver con que somos vigilados, pero no bajo la vieja idea de la vigilancia. Esa idea supone que uno tiene algo que ocultar y que alguien quiere sacarle algo a uno. O sea que la vigilancia tiene alguna familiaridad con el espionaje; en cambio en un momento donde todos quieren ser visibles, ¿qué es lo que se espía si en realidad todo está presente, todo está exhibido? Ahí hay un problema que tiene que ver con ‘sociedad de control’, que es un concepto que Deleuze acuña para actualizar a Foucault. En realidad el nombre de ‘control’ es un poco complicado porque habría que mirar en qué contexto y demás; pero vemos que todos estamos controlados, y todos tenemos Facebook, y estamos re-contentos con WhatsApp.

Así como no podemos pensar la vigilancia con relación a un centro que vigila, ¿qué es lo que te parece a vos que vigila?, es decir, ¿qué ocupa ese lugar de lo que está vigilando?, ¿o hay sólo una vigilancia sin vigilante?

No creo que no haya centro, sino que el centro, por esta cuestión cibernética, no es un centro físico, si bien físicamente hay centros, hay servidores en algún lugar de Noruega donde está todo el tráfico... A modo de ejemplo, los servidores están en lugares especialmente fríos, porque calientan. Y esa es una dimensión física que a veces ser olvida. Pero toda esa información está concentrada en algún lugar. Pero me parece que hay un cambio que es bastante difícil de comprender que tiene que ver con que la vigilancia, al no ser algo del orden de lo visible físicamente, sino que es una vigilancia en la que todos entregamos nuestros datos y esos datos son acomodados con algoritmos en algún lugar en algún sentido, no es que no hay centro: hay múltiples centros. Porque decir que no hay centro podría llevar a pensar que en realidad no estamos siendo vigilados, porque si uno de los elementos de la vigilancia es que alguien te esté vigilando y todos estamos manifiestamente dejando datos, y no nos importa, entonces la idea misma de vigilancia se va un poco… Y en realidad no, porque en cualquier momento puede ser usado. Si no, mirá lo que pasó en el caso de Snowden.

En realidad los datos son usados, lo que pasa es que nosotros generamos, y esta es una de las cosas que mucha gente que trabaja vigilancia hoy lo plantea, la cuestión de los ‘Big Data’ (los grandes datos); esto es, se generan muchos más datos de los que es posible explotar en términos de perfiles, pero al mismo tiempo los perfiles también los hacen programas: no vayamos a creer que alguien está vigilando. No, hay programas que van cribando y tamizando la información y van construyendo. Eso no quiere decir que no haya centro; hay múltiples centros.

Y la cuestión de los centros tiene que ver con nuestras disposiciones subjetivas, o sea, el centro no es sólo el hecho de que exista física o materialmente sino el hecho de que uno sienta que exista. En el modelo de la prisión, la idea era que todos vieran que había una torre, pero no había nadie en la torre. En cambio en la actualidad lo que se empieza a borrar es eso, el hecho de que no se ve dónde está la torre…

Entonces cada uno inventa o busca su propia torre…

Yo creo que sí y creo que en algún sentido la torre no importa tanto, lo cual no quiere decir que no exista. Si hacemos una encuesta en la calle: ‘¿vos sabés que con el sistema de WhatsApp es mucho más fácil entrar a tu mail?’,  ¿por qué?,  porque normalmente la gente tiene abierto el WhatsApp y abierto el mail; y los dispositivos de seguridad de WhatsApp de los celulares son muy malos respecto del mail entrado por tu computadora. Entonces vos estás siendo hackeado todo el tiempo. ¿Cuánta de esa gente después de que uno le dice eso dice que va a dejar de usar WhatsApp? ¡Nadie!

Tal vez porque en realidad más que sentirse vigilado, uno siente que si no está lo suficientemente expuesto se desvaloriza. Entonces es más fuerte la pulsión a valorizarse teniendo todos ese tipo de aparatos y tratando de protagonizar lo más posible en el mundo de la comunicación… Y por ahí podríamos pensar que el control también se da de esa manera, como una especie de compulsión de todos nosotros a valorizarnos ofreciendo datos.

Por eso decía que hay que ver la torre también como un término subjetivo: es la imagen de la torre. El asunto es la disposición subjetiva; lo primero, lo primordial en estas épocas, el punto de ruptura, es la necesidad de exhibirse y de estar comunicado. Es una necesidad que en 1930 no había. O había: la historia contrafáctica no tiene mucho sentido pero había pero no había dispositivo tecnológico que la llevara adelante. Ese es el gran cambio, que es un mal menor el hecho de estar vigilado ante el hecho de qué pasa si no estoy comunicado.

Hay una nueva versión del ‘algo habrán hecho’ que es ‘yo no tengo nada que ocultar’.

Sí. Pero igual creo que el ‘algo habrán hecho’ consiste en ‘no está’ en las redes sociales. En ese sentido, en la actualidad ser clandestino es no tener Facebook. En los ’70 pasar a la clandestinidad significaba algo, pero hoy es ‘no tengo Facebook, y WhatsApp tampoco’. ¿O no? Facebook lo hace a propósito: te abrís una cuenta, sin poner foto, sin poner en dónde naciste, sin poner en dónde estudiaste, sin poner dónde trabajás, sin poner cuáles eran tus amigos del secundario, y seguro el sistema te empieza a preguntar; bueno, ¡esa es la torre! Ahora, ¿la torre es Mark Zuckemberg que inventó Facebook? No, es muy probable que Zuckemberg no supiera que esto iba a tener tanto éxito, pero ese es el punto, que el ‘algo habrán hecho’ es ‘tenemos una disposición obligatoria a exhibirnos’ y aquel que no lo hace es el que algo habrá hecho.

Hace un rato dijiste ‘datos acomodados por algoritmos’. ¿Qué significa eso?

El algoritmo es un concepto matemático que es con lo que está estructurada la manera de funcionamiento de la computadora. Hay todo un desarrollo matemático que sería imposible de explicar, pero el algoritmo es una serie de instrucciones para generar, a partir de una cierta entrada, una cierta salida. Eso ya no es estrictamente matemático sino es la matemática puesta en un dispositivo de comunicación; que es lo que ocurrió en los ’40 o ’50 con la cibernética: lo que hicieron fue juntar la gente que laburaba en matemática, la gente que laburaba en ingeniería en telecomunicaciones, la gente que trabajaba con la posibilidad de hacer una computadora, de crear un cerebro artificial, juntarlos y hacerlo. Y decir, se va a llamar así y va a tener adentro algoritmos. Un programa es un algoritmo.

Lo que nosotros vivimos y lo que nos pasa hoy, bajo el principio de la necesidad de estar comunicados, es que las búsquedas se organizan por algoritmos. Porque así funciona la computadora y así funcionan los sistemas informáticos. Pero los algoritmos no son transparentes, no es que cuando uno hace una búsqueda en Google, Google nos dice lo que en realidad necesitamos. Lo que hace Google es una cuestión estadística: vos entrás en un paquete, en un nodo –que es una definición de las conexiones– que se conecta estadísticamente con otro nodo, haciendo que un paquete de ingresos sea compatible con otro más pequeño y conectado. Lo que quiere decir que traza los movimientos de las conexiones, y el usuario tiene la sensación de que le están dando lo que está buscando, pero no, te están acomodando en una estadística. Ahora bien, inquietante es el hecho de que todos nos acomodemos en una estadística. Es una cosa muy interesante de algo que figuraba como la gubernamentalidad algorítmica, que alude al hecho de que estamos siendo conducidos, gobernados, por algoritmos. Y nosotros no tenemos la sensación de estar siendo gobernados por eso, simplemente en Google busqué esto y me está ahorrando problemas; en lugar de estar buscando en una maraña, Google me ordena, lo que no quiere decir que me ordene mis cuestiones personales, porque mis cuestiones personales son un evento estadístico, sino que ordena las cuestiones personales que entraron antes que yo.

Yo quería preguntarte lo siguiente. Nosotros sabemos con Foucault que cuando pensamos el poder y la dominación no pensamos tanto en el Estado y en las categorías de la filosofía política clásica. Pensamos más en lo que Foucault llama los ‘dispositivos’ que tienen un montón de escalas y están más cerca nuestro, y la comunicación nos da un montón de ejemplos, como estos que estamos viendo; pero vos sostenés que a Foucault y la idea de gobierno vía dispositivos hay que pensarlos con la cibernética, ¿por qué la cibernética participa de la ciencia del gobierno de los dispositivos?

Cibernética viene de kybernētes, que quiere decir ‘piloto’ y las verbalizaciones de eso tienen que ver con pilotar, gobernar. Norbet Wiener es el que acuñó el término. Y todos estos que estaban investigando se juntan en unos eventos que deberían ser estudiados por todo el mundo que se llaman Conferencias Macy, y allí cocinaron la era de la comunicación en términos materiales: se plantearon hacer un cerebro artificial que funcione según lo que estaban investigando con los cables telefónicos del siglo XIX. Y había sociólogos, antropólogos, estaban todos allí en Estados Unidos; y esto se da finalizando la segunda guerra mundial, entre el 46 y el 53.

Allí Wiener define a la cibernética como ciencia que estudia la comunicación y el control en animales, hombres y máquinas, lo que supone que animales, hombres y máquinas comparten un plano ontológico, cosa que ya sería un problema, y se trata para la cibernética de que todos los dispositivos vivientes y artificiales son dispositivos de información, por lo tanto de comunicación. De información quiere decir que tienen un ‘imput’ y un ‘output’, y en el medio un estadio interno que organiza, en función del input, qué output podés. Explicado así básicamente, es como funciona la máquina de Turing. Entonces lo que ellos plantean es que la ciencia del gobierno, que no está planteada como ciencia de gobierno político, pero efectivamente tenían un costado completamente tecnocrático, lo que significa que deben ser dejados a ellos (ingenieros, matemáticos, etc.) todos los sistemas de decisión y así pueden ser racionales. Así, la ciencia de la comunicación y el control supone que todos los dispositivos de información, animales, hombre y máquinas, lo que hacen es precisamente regular, en función del input, un output; ese estadio interno que determina la regulación es cambiable: y eso ellos lo ponen bajo el término ‘gobierno’. Y si uno hace una historia de las palabras y los conceptos que van asociados a ellas, cuando uno mira todo el problema de la gubernamentalidad en Foucault, él se retrotrae a los antiguos griegos, después se va a los padres de la iglesia; y después todos los autores que hablan sobre Foucault y la gubernamentalidad siguen el mismo camino. Y muy pocos, casi nadie, se dan cuenta que él lo tenía ahí a mano, es más, era contemporáneo de Foucault, es más, Foucault lo conocía porque la cibernética en la época en la que Foucault se forma está muy de moda en Francia. Muchos de los escritos de la cibernética son del ’50 y ’60, y los lugares fuertes eran Inglaterra, Estados Unidos y Francia. Entonces ahí hay algo que es interesante y que es lo que nos permite pensar Foucault y lo que no nos permite pensar Foucault. Lo que nos permite pensar sin tener que rendirle pleitesía, como sin rendírsela a ningún autor; y en realidad el asunto es que si uno rastrea lo que pasa con la cibernética y lo que pasa con las tecnologías de comunicación y cómo las rodea simbólicamente, obviamente uno no podría decir que los de la cibernética previeron Facebook, ¡para nada! Pero sí en ese momento decían que la comunicación más importante iba a ser entre máquinas y máquinas; y en esa época no existían las computadoras.

Y cuando hablamos de este gobierno a través de la información y de los datos, para mí se arma una imagen de una sociedad dominada por mecanismos que son inmateriales y por eso quería preguntarte qué consideras que pasa con los cuerpos en esta sociedad de control…

Primera cuestión para despejar: se habla mucho de la inmaterialidad de la información. Saben que hay mucha gente que habla de bienes inmateriales, y eso es un problema y supone un error; un error básico que consiste en que tenemos la idea de materialidad que tenía Descartes o que tenía Newton. Digamos, si arrancamos con relatividad y sobre todo con cuántica, la verdad es que la idea de materia hace que la materia no sea la cosa física, o al menos que ese sea un nivel de la materia y que hay otro nivel de la materia. Sobre todo porque la información viene después del cimbronazo de la cuántica. Lo que pasa con los cuerpos es algo muy interesante porque en teoría si nosotros aplicamos el criterio ‘restringido’ de materialidad, parecería como si hubiera una especie de erosión o un eludible de los cuerpos, y la verdad es que los cuerpos están presentes de una manera muy diferente a la manera en la que lo estaban en el pasado. Es un desvío pero sirve para entender: uno de los costados de la cibernética, eran saberes entre psicológicos y antropológicos que lo que hacían era tratar de ver cómo el cuerpo significaba, no cómo el cuerpo se docilizaba como en tiempos de Foucault, sino cómo significaba. Es decir, qué significaba rascarse la nariz, levantar las cejas, cruzarse de piernas, si te sentás atrás o delante de una ventana, cuál es la distancia espacial que tiene cada cultura, etc., un montón de saberes: proxémica, quinésica, incluso la psicología sistémica, un conjunto que emerge en la cibernética que lo que hacen es una especie de deconstrucción y reconstrucción del cuerpo a otro nivel: el cuerpo como comunicación. De hecho, como decía Paul Vaslavick, no se puede no comunicar. Y eso significa que cualquier cosa que uno haga es, en un sentido, comunicación.

Entonces piénsenlo con eso de input-estadio interno-output: yo puedo ver, en alguien que está haciendo un movimiento repetitivo como poner un tornillo en un motor, una máquina. Una máquina newtoniana que hace eso, o puedo ver un dispositivo de comunicación. La cara de quien está haciendo eso está diciendo algo, o la tercera vez que puso el tornillo lo acomodó de otra manera, el dedo índice lo puso de un modo u otro. Hay que estudiar eso, y hay que explotar eso. y si me preguntan cómo se explota eso, les digo que agarren un manual de atención al cliente de un servicio de posventa. No te podés rascar la nariz porque le estás diciendo que estás mintiendo; si levantás las cejas quiere decir otra cosa; y es que hay toda una codificación del cuerpo, y esa codificación es la sociedad de control, porque no son las disciplinarias, no se intenta construir el cuerpo máquina como el mecanismo newtoniano; es una máquina de información. Entonces todos los gestos que ustedes están haciendo yo los estoy procesando: el sí, el no, la duda, todo eso puede ser explotado y es explotado hoy. De hecho uno podría pensar que los dispositivos para expresar emociones para expresar emociones en WhatsApp y Facebook y eso, son en el fondo la materialización de esos estudios en un gesto chiquito, que obviamente tiene otras genealogías: están las codificaciones hechas antes por las historietas, etc.

Una publicidad de hace dos años en la que haía dos personas hablando. Y entonces una estaba hablando, hablando, hablando, y la otra está aburrida. Y aparece de atrás una piña y la imagen de un ‘smily’, un emoticón… y el mensaje era que no era necesario hablar tanto si lo que tenemos para decir lo teníamos ahí en eso… Entonces ya está, es literal, no hay que interpretarlo.

El Ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo ha anunciado que se va a incorporar una mayor tecnología biométrica a las bases de datos del Registro Nacional de las Personas que permitirá identificar a una persona solamente con su imagen. Esto fue por un acuerdo firmado con su par de Cuba, Abelardo Colomé Ibarra. Así que ahí vemos eso que hablabas de ese control descentralizado o múltiple, pero también el Estado apelando a ser centro en la manera de investigar…

En realidad el Estado como el mercado, que son dos palabras que funcionan materialmente. Y son dispositivos de extracción y venta de información. El sistema SIBIOS es un sistema que puede ser explotado privadamente y de hecho lo está siendo, así que no hace falta que sea el Estado el que recupere la centralidad. Lo importante es convertirse en datos. Lo que es interesante de eso es que abre otra zona del problema de la información que es bastante complicado, que es el tema de la asociación de la información con lo biológico en sí. Por ejemplo, estas son identificaciones a las que tiende el sistema SIBIOS, que es a la identificación biométrica del iris de los ojos. Y todas estas cosas son en un sentido la huella dactilográfica de Vucetich, pero en otro sentido señala otra cuestión que es peligrosa en el mundo contemporáneo que es el hecho de que la información es también un hecho biológico (animales, hombres y máquinas) y el hecho de pensar que el cuerpo tiene una información y que esa información es única de ese cuerpo y que ese cuerpo puede ser explotable en tanto tal. En ese sentido el sistema biométrico está a caballo entre los viejos dispositivos de identificación, pero de acá para delante uno puede imaginar que esto haga conexión con bases de datos genéticas, y ahí todo se complica porque una base de datos genética supone que uno puede cometer un delito porque hay una disposición genética, por ejemplo. Pero se trata de ese biologicismo que viene y que ya llegó en algún sentido…

martes, 13 de octubre de 2015