Scioli y la campaña del desierto
por Tali Goldman
- ¿A dónde va señorita?
- Al piso tres
No hace falta decir más, ni preguntar a
quién se viene a ver. Del piso tres entra y sale gente sin parar, desde muy
temprano a la mañana hasta entrada la noche. En el edificio lindante al Banco
Provincia, en la calle San Martín, en pleno centro porteño, está la Secretaría
de Comunicación del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. O para decirlo de
otro modo y sin formalismos: desde el piso tres se diseña la campaña a
presidente de Daniel Osvaldo Scioli, DOS.
El ascensor se abre y el vidrio es
naranja. "Acordate de mandarme las cosas por mail y fijate el tema de los
videos", "Sí, Daniel se va a San Juan", "Mandá esto a los
medios nacionales", "Hola qué tal, pasá por esa oficina, ahí te
esperan", “¿café o té?”, "No, Daniel no le va a responder",
"Sí, mañana inauguramos una nueva policía local", "Vení que te
llevo a recorrer las oficinas", "Ya mandé ese comunicado temprano,
que nadie más salga a hablar del tema", "Suban a Twitter la foto que
se sacó Daniel hace un rato".
El encargado de hacer el city tour por el
piso tres es Jorge Telerman, el vocero del gobierno y coordinador de la
campaña. Todos están a diez mil por segundo. Hay varias oficinas: algunas, con
mesa grandes para reuniones, otras más chicas con escritorio. La vedette de las
salas es una suerte de loft, vidriado con un plot naranja con la cara gigante
de Daniel Scioli y la insignia “Presidente”. Seis televisores de pantalla plana
transmiten un menjunje de programas, desde Intrusos hasta el noticiero. Diez
mesas rectangulares divididas por secciones: auditorías de medios, monitoreos,
productores de discursos, análisis de medios, diarios del interior, diarios
nacionales, redes sociales, radios nacionales, radios del interior. No hay casi
ningún flanco que el equipo naranja -alrededor de 50 personas- no abarque en
materia de comunicación y difusión.
La cabeza de este equipo es un
triunvirato: Telerman, Carlos Gianella -a cargo de la comunicación de la
gestión- y Juan Courel -secretario de Comunicación Pública-. Los últimos dos
trabajan con el gobernador hace más de diez años. Ya no se distingue si la onda
Scioli se les pegó por ósmosis o están bien entrenados, pero las respuestas on
the record son en la línea de la fe, el deporte, la esperanza y el optimismo.
Todos los lunes a las 10 de la mañana, Daniel
Scioli se reúne en el cuarto piso donde funciona la Fundación DAR (Desarrollo
Argentino), una especie de think tank naranja comandado por el hermano del
gobernador, Pepe Scioli -otrora mano derecha de Francisco De Narváez-, que
tiene como objetivo “elaborar una visión de país que exprese la voluntad de las
economías regionales, de los centros de investigación provinciales” y se define
a sí misma como “una usina de pensamiento dedicada a escuchar a los distintos
sectores políticos sociales gremiales y económicos y académicos para elaborar
una propuesta integral”. En criollo, es la herramienta del sciolismo para
negociar y armar acuerdos con los gobernadores e intendentes. Lo cierto es que
allí DOS reúne a su tropa de la Mesa Nacional de Campaña, coordinada por su
jefe de gabinete, Alberto Pérez, a la que acuden sus ministros, sus voceros,
los coordinadores de la campaña, referentes sindicales, de la juventud, y,
algunas veces, invitados especiales, como el director de la consultora
Poliarquía, Fabián Perechodnik o su gurú internacional, James Carville. En esos
mitines, Scioli suele gritar (fuerte). Allí se reparten las directivas y las
estrategias para la semana: quiénes y cómo salen a responder, se repasa la
agenda y se lavan los trapitos sucios. Otro de los recursos naranjas para la
campaña es la “caja de mensajes”, un envío diario por mail a los voceros de los
ministros y a los mandamases de la comunicación para unificar el discurso.
títulos no, besos sí
Rompe el hielo Jorge Telerman: "Este
es el espacio de convergencia de la comunicación, entre aquellas líneas
discursivas del gobierno que se fusionan con las estrategias discursivas de la
campaña. En este caso y además porque Daniel lo ha decidido, nunca van a ser
divergentes. Básicamente es el mismo pero es necesario coordinarlo, unificar
discursos, poner énfasis, generar reflexiones, controles de daño, qué hacen los
otros, los insumos que necesitan los medios, los insumos que creemos que
necesitan los medios y que se emitan. Pero es claro que su construcción como
personaje de candidato a presidente es una construcción muy propia”. Gianella
redobla la apuesta: “Scioli define primero la política que la comunicación. La
comunicación es un elemento táctico. Desde acá todo el tiempo se está bajando
una directiva. ´Somos esto, no nos tentemos´: Sos parte de un colectivo que
tiene una conducción y estás en un proyecto político, el peronismo. Obviamente
que si te preguntan si te gusta el azul o el verde podés responder. Pero en
términos de la provincia o del país, tenemos una idea. Y eso sale de acá".
“Scioli no delega la comunicación porque
no delega el vínculo con la gente”, dispara Courel con una frase casi hecha que
tiene cierta reminiscencia a 1997 cuando Carlos Menem lo postuló como candidato
a diputado nacional del peronismo por Capital Federal. Así lo cuentan los
periodistas Pablo Ibáñez y Walter Schmidt en el libro Scioli Secreto. En una
conversación con el otrora presidente, el deportista devenido en candidato lo
espetó: “Carlos, yo no entiendo nada de esto ¿Qué tengo que hacer?”. Menem le
respondió con una frase que el ex motonauta todavía atesora: “Nada, vos mirá a
la gente a los ojos y les das un beso. Sé vos, no te quieras hacer el político.
Vos sos un personaje conocido, a cada uno que se te acerca lo mirás a los ojos
y lo saludás. A las mujeres les hacés un mimo y listo. Vos repartí besos, cada
beso es un voto”.
Todos lo reconocen: Scioli no tira
títulos ni bombas mediáticas por decisión. Está planificado. Con fe, con
deporte, con esperanza, con optimismo, es parte de una estrategia que todos
tienen que seguir a rajatabla. “Él especialmente no tira un título y nosotros
no tiramos títulos. ¿Por qué? Porque entendemos lo importante que es cuidar esa
forma de hacer política”, se escuda Courel. Y agrega Telerman: “No le queremos
hacer el trabajo al periodista. Hacemos el ejercicio de no tentarnos con los
efectos que pueda producir una declaración explosiva y rimbombante”. El ejemplo
más claro fue la entrevista que le concedió al periodista Joaquín Morales Solá
para La Nación, el 3 de mayo. El editorialista buscó durante treinta minutos
sacarle una declaración rotunda al gobernador. Sin embargo, fue el entrevistado
quién logró sacarle una frase polémica al periodista. “-¿Usted le cree al
Indec?”, pregunta Morales Solá. “Ha evolucionado, porque ha sido supervisado
por los técnicos del Fondo Monetario Internacional”, responde DOS. “Un
poquito...”, acota el periodista. “Ha evolucionado. ¡Qué bueno! Mirá lo que
logré en esta nota: que Joaquín Morales Solá reconozca que ha evolucionado el
Indec. Yo le saqué un título a usted, no usted a mí”.
Es cierto que Daniel construyó su propio
personaje político sin Duranes Barbas por detrás, aunque por supuesto tuvo y
tiene colaboradores claves. Su marketing está armado a partir de algunos
aspectos de su vida, esos que lo levantan en las encuestas y logran generar
empatía con ciertos sectores de la sociedad. Por un lado, armó su propio cliché
con su transformación de motonauta exitoso que merodeaba en el jet set local e internacional
-sobre todo el de los grandes dandis italianos, compartido con Mauricio Macri-
en político, que casi pierde su vida y que salió a flote. "Los atributos
que la sociedad le reconoce a Daniel como gobernador o candidato son los mismos
que le reconoce en su vida personal", explica Telerman. Por el otro:
Karina Rabolini. Pese a que ella se encarga de decir que “es la esposa de”, la
ex modelo convertida en exitosa empresaria es protagonista de la campaña. Sus
videos comprándose corpiños en las calles de Jujuy, bailando un tango con el
rey de la carne Alberto Samid, mostrando cómo se hace ella misma en tres pasos
su magnífico recogido, o llorando en televisión abierta cuando se enteró, o
fingió enterarse, de que Florencio Randazzo se había reído de la discapacidad
de su marido son furor en las redes sociales. "Su vida privada siempre fue
pública. Karina no dejó su actividad privada cuando Scioli tomó
responsabilidades. Lo acompaña pero sigue siendo una mujer independiente. Todo
eso es genuino. Daniel no es un candidato de laboratorio", sostiene
Courel.
Los almuerzos y cenas en su casa de Villa
La Ñata, en esa localidad del municipio de Tigre, son también un emblema
sciolista. Los Pimpinela, Cacho Castaña, Ricardo Montaner, Nacha Guevara, y
otros tantos personajes de la farándula local se mezclan con políticos,
empresarios y futbolistas, a quienes el candidato a presidente disfruta tanto
de reunir. Hasta participaron Néstor y Cristina, la misma noche en la que
Kirchner se consagró como presidente, cuando Menem anunció que se bajaba de la
segunda vuelta. Ibáñez y Schmidt relatan la fenomenal anécdota: “Esa noche,
Néstor y Cristina tuvieron la primera y real aproximación al mundo de Scioli.
En la cena organizada en el barroco quincho del vice casi no había políticos y
abundaban las figuras del espectáculo. Estaban Patricia Miccio, los Pimpinela,
Teresa Garbesi y Mora Furtado, y los empresarios, como Daniel Garbarino y Fito
Cuiña, de la cadena Rodó. Tras los saludos y las fotos de rigor, los Kirchner
se ubicaron en una de las cabeceras de la mesa ancha, cuchicheando. Al lado de
Cristina se sentó Teresa Garbesi, ex modelo, que trató de hablar con la
flamante primera dama sobre la moda. Los Kirchner apenas podían camuflar la
incomodidad. Cuando llegó (Alberto) Fernández. Cristina lo llamó con un gesto.
´Alberto, ¿adónde nos trajiste´”.
desensillando la batalla cultural
"¿Que a quién escucha Scioli? Y... a
Pimpinella", dice Telerman, "a veces alterna con Montaner",
remata Gianella y todos se funden en un ataque de risa. Fuera de los chistes,
Alberto Pérez, a su lado desde hace más de veinte años y ahora su jefe de
gabinete, es su principal interlocutor en materia política. Hoy también ocupa
el rol más importante: es su jefe de campaña. La palabra de Alberto es la
palabra de Daniel, y viceversa. Quienes conocen de cerca el mundo Scioli
sostienen que otro de sus oráculos suele ser Carlos Corach, el ex ministro del
interior de Carlos Menem, aunque no cotidianamente.
En materia económica, Miguel Bein y Mario
Blejer son sus referentes. El primero fue viceministro de economía de Fernando
De La Rúa. El segundo es el más ortodoxo de los dos. Fue asesor del Fondo
Monetario Internacional, vicepresidente del Banco Central en plena crisis de
2001 y renombrado presidente de la misma entidad por Duhalde, un año después.
Todos coinciden en que es un hombre muy cercano al lobby financiero
estadounidense. El equipo económico se completa con Silvina Batakis, su
ministra bonaerense; Miguel Peirano, ex ministro de economía de corte
industrialista; Rafael Perelmiter, uno de los grandes consejeros de Scioli, y
Alejandro Vanoli, el presidente del Banco Central.
En el final de la campaña, la economía
pasó a ser un eje fundamental en el team de Scioli. Hace algunas semanas, en
las reuniones de mesa chica, Alberto Pérez fue claro: “En este tramo de la
campaña hay que dar más definiciones económicas. Lo simbólico quedó en la etapa
pasada”. Por caso, ya no se habla más de los nuevos ministerios que Scioli dice
que creará si llega al poder, cada vez los actos en los que el candidato
participa del egreso de alguna camada de la policía local bonaerense se
espaciaron y no se muestra tanto con Alejandro Granados, el ministro de
seguridad. Ahora son los gobernadores del PJ y el equipo económico los que
están en la primera línea de los flashes. Así como la semana pasada anunció con
bombos y platillos que de ocupar el Sillón de Rivadavia devolvería el IVA a los
jubilados, desde el equipo de campaña aseguran que de acá hasta el 25 de
octubre, habrá anuncios económicos al menos una vez por semana.
También hubo un giro en la política
internacional. Ya había sorprendido a propios y ajenos cuando aterrizó en julio
en La Habana y fundido en un abrazo con el presidente Raúl Castro -quien se
comprometió a estar en su eventual asunción- le manifestó su “admiración” por
“haber defendido con dignidad al pueblo cubano y sus ideales”. Pero no sólo
eso. Por primera vez Scioli se animó a hablar del “compañero Hugo Chávez”, un
personaje central para el kirchnerismo y estigmatizado por el establishment.
Según el run run, en 2012 tras la elección en el país caribeño, el gobernador
de la provincia habría llamado al otrora rival de Chávez, Enrique Capriles,
para manifestarle su apoyo. Algunos lo niegan, otros aseguran que es verdad. Lo
cierto es que Scioli nunca se había manifestado públicamente a favor de “la
patria grande” y la “unidad latinoamericana”. Ahora se sumaron las fotos con
Lula, Evo y próximamente el álbum de figuritas se completará con Correa. Detrás
de esta estrategia está Rafael Follonier, quien fuera el “coordinador de
asuntos técnicos de la Unidad Presidencial” pero que funcionó, desde el primer
día del gobierno de Néstor Kirchner, como un canciller en las sombras. Fue
quien le dio las llaves al ex presidente para acceder a la presidencia de la
Unasur. Amigo íntimo de Hugo Chávez, Pepe Mujica y Rafael Correa, Follonier se
convirtió en el tesoro de Scioli para ostentar continuidad en las políticas
internacionales.
Ernesto Savaglio es otro personaje clave
en el mundo de Scioli. Es el hombre de la publicidad, el responsable del color
naranja y, sobre todo, de los spots y slogans de campaña. Es también quien le
dio forma a la “kirchnerización” de DOS y acuñó el “Scioli para la Victoria”,
su última creación, con yapa: le sugirió a Daniel que deje de lado el traje y
apueste por un look más casual. Algo que dé más jovial, como Massa y Macri.
Al grupo de los gurúes hay que agregar a
James Carville, el consultor estadounidense artífice de la campaña de Bill
Clinton y hombre que estampó el término “es la economía, estúpido”. A él llegó
a través de sus empresarios amigos, Eduardo Eurnekián y Gerardo Wertein. Según
los periodistas Ibáñez y Shmidt, el yanqui le dio este consejo: “El mensaje es
uno, siempre el mismo, cambian algunos detalles pero siempre se dice lo mismo”.
Scioli es un fenómeno que a muchos les
cuesta comprender y explicar. Un candidato que no es la expresión del militante
kirchnerista, no pronuncia grandes discursos y no acuña frases memorables. “No
hay kingmaker en Daniel y eso es muy evidente”, dice Telerman. Según sus
protagonistas, la campaña muestra a DOS tal cual es, su motor es la
autenticidad. Nadie podrá decir que él no avisó.
(fuente: www.revistacrisis.com.ar)