Carta al Comité Central del Partido Comunista Soviético
Octubre, 1926
Los comunistas italianos y
todos los trabajadores conscientes de nuestro país han seguido siempre con la
mayor atención vuestras discusiones. En vísperas de cada congreso y de cada
conferencia del P.C.R. hemos estado siempre seguros de que, a pesar de la aspereza
de las polémicas, la unidad del Partido no se hallaba en peligro; aún más,
estábamos seguros de que al alcanzar una superior homogeneidad ideológica y
orgánica, a través de tales discusiones, el Partido estaría mejor preparado y
dotado para superar las múltiples dificultades inherentes al ejercicio del
poder en un Estado obrero. Hoy, en vísperas de vuestra XV Conferencia no
tenemos la misma seguridad que en el pasado; nos sentimos irresistiblemente
angustiados; nos parece que la actual postura del bloque de las oposiciones y
la dureza de las polémicas en el P.C. de la URSS exigen la intervención de los
partidos hermanos. Es precisamente esta profunda convicción la que nos impulsa
a dirigiros esta carta. Podría suceder que el aislamiento en que nuestro
Partido se ve forzado a vivir nos haya llevado a exagerar los peligros que se
refieren a la situación interna del Partido Comunista de la URSS; en todo caso
no son exagerados nuestros juicios sobre las repercusiones internacionales de
esta situación y, como internacionalistas, queremos cumplir con nuestro deber.
La situación interna de nuestro
partido hermano de la URSS nos parece diferente y mucho más grave que en las
precedentes discusiones, porque hoy vemos producirse y verificarse una escisión
en el grupo central leninista que ha sido siempre el núcleo dirigente del
Partido y de la Internacional. Una escisión de este género, independientemente
de los resultados numéricos en las votaciones del Congreso, puede tener las más
graves repercusiones, no sólo si la minoría de oposición no acepta con la
máxima lealtad los principios fundamentales de la disciplina revolucionaria del
Partido, pero también si sobrepasa, en el curso de su lucha, ciertos límites
que son superiores a toda la democracia formal.
Una de las más preciosas
enseñanzas de Lenin ha sido la de que debemos estudiar mucho los juicios de
nuestros enemigos de clase. Pues bien, queridos camaradas, lo cierto es que los
periódicos y los hombres de Estado más notables de la burguesía internacional
contemplan atentamente este carácter orgánico del conflicto existente en el
núcleo fundamental del Partido Comunista de la URSS, cuentan con la escisión de
nuestro partido hermano y están convencidos de que la misma llevará a la
disgregación y a la lenta agonía de la dictadura proletaria, que esa escisión
determinará esa catástrofe de la revolución que no lograron las invasiones y
las insurrecciones de los guardias blancos. La misma fría circunspección con
que hoy la prensa burguesa trata de analizar los acontecimientos rusos, el
hecho de que procure evitar, en lo que le es posible, la violenta demagogia que
le caracterizaba en el pasado, son síntomas que deben hacer reflexionar a los
camaradas rusos, hacerles más conscientes de su responsabilidad.
Hay aún otro motivo por el que
la burguesía internacional cuenta con la posible escisión, o con la agravación
de la crisis interna del Partido Comunista de la URSS. El Estado obrero existe
en rusia ya desde hace nueve años. Es cierto que sólo una pequeña minoría de las
clases trabajadoras, e incluso de los mismos partidos comunistas en los otros
países, está en condiciones de reconstituir en su conjunto todo el desarrollo
de la revolución y de encontrar, incluso en los detalles que constituyen la
vida cotidiana del Estado de los Soviets, la continuidad del hilo rojo que
conduce hasta la perspectiva general de la construcción del socialismo. Y esto
no exclusivamente en aquellos países en que no existe la libertad de reunión y
la libertad de prensa ha sido completamente suprimida o está sometida a
limitaciones inauditas, como en Italia (donde los tribunales han secuestrado y
prohibido la impresión de los libros de Trotsky, Lenin, Stalin, Zinoviev y,
últimamente hasta del Manifiesto Comunista), sino también en los países en que
aún nuestros partidos tienen la libertad de proporcionar a sus militantes y a
la masa en general una documentación suficiente. En esos países, las grandes
masas no pueden comprender las discusiones que tienen lugar en el Partido
Comunista de la URSS, particularmente cuando alcanzan la violencia actual y
afectan no a un aspecto de detalle, sino a todo el conjunto de la línea
política del Partido.
No sólo las masas trabajadoras
en general, sino la misma masa de nuestros partidos ven y quieren ver en la República
de los Soviets, y en el Partido que está en el gobierno, una única unidad de
combate que actúa en la perspectiva general del socialismo. Y sólo en cuanto
las masas occidentales europeas ven a Rusia y al partido ruso desde este punto
de vista, aceptan voluntariamente, y como un hecho históricamente necesario,
que el Partido Comunista de la URSS sea el partido dirigente de la
Internacional, sólo por eso hoy la República de los Soviets y el Partido
Comunista de la URSS constituyen un formidable elemento de organización y de
propulsión revolucionaria.
Los partidos burgueses y
socialdemócratas, por la misma razón, explotan las polémicas internas y los
conflictos existentes en el Partido Comunista de la URSS; quieren luchar contra
la influencia de la Revolución rusa, contra la unidad revolucionaria que en
todo el mundo se está forjando en torno al Partido Comunista de la URSS.
Queridos camaradas, es sumamente significativo que en un país como Italia,
donde las organizaciones estatales y del partido del fascismo logran aplastar
toda manifestación importante de vida autónoma de las grandes masas obreras y
campesinas, es significativo que los periódicos fascistas, especialmente en las
provincias, estén llenos de artículos, técnicamente bien elaborados para la
propaganda, con un mínimo de demagogia y expresiones injuriosas, en los que se
busca demostrar, con evidente esfuerzo de objetividad, que en la actualidad,
según las mismas manifestaciones de los líderes más conocidos del bloque de la
oposición del Partido Comunista de la URSS, el Estado de los Soviets está
transformándose, de toda evidencia, en un puro Estado capitalista, y que, por
tanto, en el duelo mundial entre fascismo y bolchevismo, el fascismo
prevalecerá. Esta campaña, si bien muestra cuán enorme es la simpatía de que
goza la República de los Soviets en las grandes masas del pueblo italiano, que
en algunas regiones no recibe desde hace seis años más que escasa literatura
ilegal del Partido, también muestra que el fascismo, que conoce muy bien la real
situación interna italiana, ha aprendido a trabajar con las masas y procura
utilizar la postura política del bloque de las oposiciones para romper
definitivamente la firme hostilidad de los trabajadores al gobierno de
Mussolini y para conseguir, al menos, un estado de ánimo en el que el fascismo
aparezca como una ineluctable necesidad histórica, no obstante la crueldad y
las calamidades que le son inherentes.
Nosotros creemos que en el
marco de la Internacional, nuesto Partido es el que más resiente las repercusiones
de la grave situación existente en el Partido Comunista de la URSS. Y no sólo
por las razones expuestas que son, digamos, externas, relacionadas con las
condiciones generales del desarrollo revolucionario en nuestro país. Sabéis que
todos los partidos de la Internacional han heredado, de la vieja
socialdemocracia y de las diferentes tradiciones nacionales existentes en cada
país (anarquismo, sindicalismo, etc.) una masa de prejuicios y de motivos
ideológicos que representan la causa de todas las desviaciones de derecha y de
izquierda.
En estos últimos años, y
particularmente después del V Congreso mundial, nuestros partidos estaban
llegando, a través de una dolorosa experiencia, de crisis dolorosas y
extenuantes, a una efectiva estabilización leninista, estaban convirtiéndose en
verdaderos partidos bolcheviques. Nuestros cuadros proletarios estaban
formándose en la base, en las fábricas; los elementos intelectuales estaban
siendo sometidos a una rigurosa selección y a la prueba severa y dura del
trabajo práctico, en el terreno de la acción. Esta reestructuración se operaba
bajo la guía del Partido Comunista de la URSS, en su complejo unitario, y de
todos los grandes dirigentes del Partido de la URSS. Pues bien, la agudeza de
la actual crisis y la amenaza de escisión, abierta o latente que entraña,
paraliza este proceso de desarrollo y de reestructuración de nuestros partidos,
cristaliza las desviaciones de derecha e izquierda, retarda una vez más el
éxito de la unidad orgánica del Partido mundial de los trabajadores. Y es
particularmente sobre este aspecto que consideramos nuestro deber de
internacionalistas llamar la atención de los camaradas más responsables del
Partido Comunista de la URSS.
Camaradas, en estos nueve años
de historia mundial habéis sido el elemento organizador y propulsor de las
fuerzas revolucionarias de todos los países; la misión que habéis desempeñado
no tiene precedentes en toda la historia del género humano que puedan
comparársele por su amplitud y profundidad. Pero hoy estáis destruyendo vuestra
propia obra, estáis degradando y corréis el riesgo de anular el papel dirigente
que el Partido Comunista de la URSS había conquistado bajo el impulso de Lenin;
nos parece que la violenta pasión de las cuestiones rusas os hace perder de
vista los aspectos internacionales de las propias cuestiones rusas, os hace
olvidar que vuestros deberes de militantes rusos pueden y deben ser realizados
sólo en el marco de los intereses del proletariado internacional.
El Buró Político del PCI ha estudiado
con la máxima prontitud y atención que le eran posible todos los problemas que
están hoy en discusión en el Partido Comunista de la URSS. Las cuestiones que
hoy se os plantean a vosotros, pueden plantearse ante nosotros mañana. También
en nuestro país las masas rurales constituyen la mayoría de la población
trabajadora. De otra parte, los problemas inherentes a la hegemonía del
proletariado se nos presentarán de forma manifiestamente más compleja y aguda
que en la propia Rusia, porque la densidad de la población rural en Italia es
enormemente más grande, porque nuestros campesinos cuentan con una riquísima
tradición organizativa y han conseguido siempre hacer sentir muy sensiblemente
su peso específico de masa en la vida política nacional, porque en nuestro país
el aparato organizativo eclesiástico tiene dos mil años de tradición y se ha
especializado en la propaganda y en la organización de los campesinos, de modo
inigualado en cualquier otro país. Si bien es verdad que nuestra industria está
más desarrollada y que el proletariado tiene una notable base material, también
es cierto que esta industria no cuenta con materias primas en el país y se
halla, en consecuencia, más expuesta a las crisis; por ello el proletariado
sólo podrá desempeñar su función dirigente si muestra gran espíritu de
sacrificio y se libera plenamente de todo residuo de corporativismo reformista
o sindicalista.
Desde este punto de vista
realista, y que nosotros creemos leninista, el Buró Político del PCI ha
estudiado vuestras discusiones. Hasta ahora hemos expresado una opinión del
partido sólo sobre la cuestión estricta de la disciplina de las fracciones,
queriendo atenernos a la recomendación que hicísteis después del XIV Congreso
de no trasladar la discusión de vuestros problemas a las secciones de la
Internacional. Declaramos en este momento que consideramos fundamentalmente
justa la línea política de la mayoría del C.C. del Partido Comunista de la URSS
y que en este sentido se pronunciará, evidentemente, la mayoría del partido italiano
si fuera necesario abordar la cuestión. No queremos, y lo consideramos
innecesario, hacer agitación, propaganda, con vosotros y con los camaradas del
bloque de las oposiciones. No haremos una lista de todas las cuestiones
particulares, con nuestro juicio al lado de cada una de ellas.
Repetimos que nos impresiona
que la posición de las oposiciones afecte al conjunto de la línea política del
C.C., al corazón mismo de la doctrina leninista y de la actividad política de
nuestro Partido de la Unión. Lo que se discute es el principio y la práctica de
la hegemonía del proletariado, son las relaciones fundamentales de alianza
entre obreros y campesinos lo que se pone en discusión y en peligro, es decir,
los pilares del Estado Obrero y de la Revolución.
Camaradas, no se ha visto jamás
en la historia que una clase dominante, en su conjunto, tenga condiciones de
existencia inferiores a las de ciertos elementos y estratos de la clase
dominada y supeditada. La historia ha reservado esta inaudita contradicción al
proletariado; en esta contradicción residen los mayores peligros para la
dictadura del proletariado, particularmente en los países donde el capitalismo
no había alcanzado un gran desarrollo y no había logrado unificar las fuerzas
productivas. Y es de esta contradicción, que de otra parte aparece también bajo
ciertos aspectos en algunos países capitalistas en los que el proletariado ha
alcanzado objetivamente una elevada función social, de donde nacen el
reformismo y el sindicalismo, el espíritu corporativo y las estratificaciones
de la aristocracia obrera.
Y sin embargo, el proletariado
no puede convertirse en clase dominante si no supera con el sacrificio de los
intereses corporativos esta contradicción, no puede mantener su hegemonía y su
dictadura si, pese a haberse transformado en clase dominante, no sacrifica sus
intereses inmediatos a los intereses generales y permanentes de la clase. En
efecto, es fácil hacer demagogia en este particular, fácil insistir en los
aspectos negativos de la contradicción: "¿Eres tú el dominador, oh obrero
mal vestido y mal alimentado? o ¿el hombre de la NEP, con su abrigo de pieles y
todos los bienes de la tierra a su disposición?" También los reformistas,
tras una huelga revolucionaria que ha incrementado la cohesión y la disciplina
de las masas, pero que ha empobrecido aún más a los trabajadores, dicen:
"¿Para qué haber luchado? Ahora quedáis más arruinados y pobres." Es
fácil hacer demagogia en este terreno y es difícil no hacerla cuando la
cuestión ha sido planteada en los términos del espíritu corporativista y no en
los del leninismo, de la doctrina de la hegemonía del proletariado que se sitúa
en una determinada posición y no en otra.
Este es para nosotros el
elemento esencial de vuestra discusión, donde reside la raíz de los errores del
bloque de las oposiciones y el origen de los peligros latentes contenidos en su
actividad. En la ideología y en la práctica del bloque de las oposiciones
renace toda la tradición de la socialdemocracia y del sindicalismo, tradición
que ha impedido, hasta el momento, al proletariado occidental organizarse en
clase dirigente.
Únicamente una firme unidad y
una firme disciplina en el Partido que gobierna el Estado obrero puede asegurar
la hegemonía proletaria en el régimen de NEP, es decir, en el pleno desarrollo
de la contradicción que hemos subrayado. Pero la unidad y la disciplina en este
caso no pueden ser mecánicas y forzadas; tienen que ser leales y de
convencimiento y no la de un destacamento enemigo prisionero o asediado que no
piensa más que en la evasión o en la salida por sorpresa.
Esto, queridos camaradas, es lo
que hemos querido deciros con espíritu de amigos y hermanos, aunque se trate de
hermanos menores. Los camaradas Zinoviev, Trotsky y Kamenev han contribuido,
vigorosamente a educarnos para la revolución, nos han corregido, en ocasiones,
con energía y severidad; han sido nuestros maestros. A ellos especialmente nos
dirigimos en tanto que principales responsables de la actual situación, porque
queremos estar seguros de que la mayoría del C.C. de la URSS no se propone
aplastarles en la lucha y está dispuesta a evitar medidas extremas.
La unidad de nuestro partido
hermano de Rusia es necesaria para el desarrollo y el triunfo de las fuerzas
revolucionarias mundiales; para ello todo comunista e internacionalista debe
estar dispuesto a hacer los máximos sacrificios. Los perjuicios causados por un
error del Partido unido son fácilmente superables; los de una escisión o los de
una prolongada situación de escisión latente pueden ser irreparables y
mortales.
Con saludos comunistas,
Antonio Gramsci - Buró
Político del PCI