Acontecimiento Foster

por Juan Pablo Maccia


Habemus Coordinador Estratégico del Pensamiento Nacional. Valoro el gesto, lo recibo con impronta filosófica y hasta cierto punto me conmueve. En efecto, estos días –estos años– vienen cargados por el dramatismo con el que se viven las renuncias y las abdicaciones.

La última década puede ser narrada a partir de secuencias semejantes: la renuncia del ex presidente Duhalde (“los políticos somos todos una mierda”) dio lugar a lo que Ricardo Forster ha pensado como el acontecimiento Kirchner. Del mismo modo el filósofo italiano Giorgio Agamben se ha detenido en la renuncia del Papa Ratzinger, sofisticado acto teológico destinado a indicar la necesidad de volver a reunir legalidad y legitimidad. El gesto de la renuncia guardaría la clave del “acontecimiento” –así lo relató Forster– de la conversión de Bergoglio en Francisco. ¿No se inscribe la abdicación del rey de España en beneficio de su hijo en una secuencia acontecimental de este tipo?

A pesar de las previsibles críticas, en la mañana de hoy el jefe de gabinete, el Coqui Capitanich, salió a confirmar el nombramiento destacando la idoneidad intelectual y moral de Forster para el cargo.

Y aunque es cierto que el nombre de la nueva secretaría no es muy borgeano, haríamos bien en reparar menos en esa carencia de gracia y más en las primeras palabras del coordinador al diario La Nación: “No provengo del peronismo. Mi formación es de la tradición europea, de la Escuela de Fráncfort y, en particular, seguí el pensamiento de Walter Benjamin”.

Lo banco a Forster sin conocerlo personalmente. Desconozco si ha escrito libros y, de hecho, no conozco demasiado a los autores que él cita. Sí me resulta interesante esta situación en la cual un cosmopolita de las izquierdas culturales deba administrar a las agrupaciones y foro del llamado pensamiento nacional. Forster se presenta en el mundo político (al que ha entrado sin reparos) como el pensador argentino del acontecimiento: alguien capaz de una retórica que –llamativamente– funciona bien en los medios y que se enorgullece de emoción por experimentar el vértigo y el asombro con que lo nuevo emerge sorpresivamente de lo viejo, mostrando a lo viejo en su capacidad de renuncia.