Aníbal Quijano y la invitación a abrir el pensamiento hacia una des-colonialidad del poder

por Kati Montes


En un libro, como en cualquier otra cosa,
hay líneas de articulación o de segmentaridad,
estratos, territorialidades; pero también líneas de fuga,
movimientos de desterritorialización y de desestratificación.
Las velocidades comparadas de flujo según esas líneas
generan fenómenos de retraso relativo, de viscosidad, o,
al contrario, de precipitación y de ruptura. Todo eso,
las líneas y las velocidades mesurables,
constituye un agenciamiento. Un libro es precisamente un
agenciamiento de ese tipo, y como tal inatribuible.
Un libro es una multiplicidad.
Deleuze y Guattari, Mil Mesetas

En estos días CLACSO acaba de publicar una antología de los principales textos, desde 1968 hasta la actualidad, de Aníbal Quijano, pensador y crítico de la realidad social. La publicación además contiene un listado de 211 textos, entre artículos y entrevistas, y una breve biografía del autor. Esto último no es menor, pues ayuda a situar su pensamiento y a comprender el recorrido de su producción. La construcción del pensamiento y la obra de Quijano está íntimamente marcada por su propia historia: la militancia, su deportación del Perú durante un año en el gobierno del General Juan Velasco Alvarado, su renuncia a la docencia universitaria en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos durante su intervención militar, así como por sus inquietudes por el arte.  Por eso, nos encontramos con textos que van más allá de la realidad peruana, piensa en América Latina en su relación con Occidente, escribe con referencias a la literatura, hace un prólogo a Mariátegui y, recientemente – desde Ecuador – escribe sobre el “buen vivir”. Quijano escribe para abrir discusiones, desde contextos específicos, para (de)construir pensamiento social.

La compilación de su obra contiene además un buen prólogo e introducción, por lo que en este texto no se trata de “introducir” a Quijano, sino trazar algunas líneas que nos permitan establecer un diálogo con él. Cuando Quijano escribe, pareciera que busca los vínculos y diálogos, pareciera que su vivencia entre Lima y otras partes del mundo se lo exigieran así. Abrir pensamiento, pensar múltiples realidades.

Para la Sociología, ha contribuido desde su propuesta de la existencia de cinco ámbitos de la realidad social: el sexo, el trabajo, la subjetividad / intersubjetividad, la autoridad colectiva (o pública) y la naturaleza, cada uno con sus recursos y sus productos. Quijano entiende estos ámbitos como esferas que, aunque sean irreductibles, están continuamente interrelacionadas y conforman un sistema histórico y específico: un patrón histórico de poder. Así, en momentos de la historia, algunas de las esferas prevalecen sobre las demás, como es el caso del trabajo que, en el capitalismo, se convierte en capital, en acumulación. Si en Foucault la Economía del neoliberalismo actual es el espacio de producción de la subjetividad, en Quijano vemos una desagregación de este análisis: cada esfera de lo social tiene recursos y productos, de acuerdo al patrón histórico de poder, donde habría una colonización que la Economía hace de la realidad social y que constituiría un sistema global.  Por otro lado, la invitación a pensar también a la naturaleza y al sexo, es una invitación a abrir puentes hacia otros campos del conocimiento, como la Biología y la Filosofía.

Así también, Quijano deconstruye el “poder” en las dimensiones de clase, estamento y partido, por ejemplo, entendiéndolo como una relación social de la que forman parte permanentemente la dominación, la explotación y el conflicto. Dicho esto, pasa a explicar en qué consiste el patrón histórico de poder actual, y aquí un punto clave en su aporte para la teoría social: Sería una articulación entre “1) la colonialidad del poder, esto es la idea de “raza” como fundamento del patrón universal de clasificación social básica y de dominación social; 2) el capitalismo, como patrón universal de explotación social; 3) el estado como forma central universal de control de la autoridad colectiva y el moderno estado-nación como su variante hegemónica; 4) el eurocentrismo como forma hegemónica de control de la subjetividad / intersubjetividad, en particular en el modo de producir conocimiento.”[1]

Ahora bien, sin duda cada una de estas categorías debiera ser leída desde cada contexto. En el Perú, por ejemplo, la idea de raza es un patrón de clasificación, pero no sólo alude a los rasgos físicos en los cuerpos, también es una categoría de estatus e incluso de clase social, que tiene su origen en la conquista. El racismo es una ideología que, como dice Quijano, consagra un patrón histórico de poder que, en el caso del Perú, es un racismo colonial, donde la condición de “indio” se terminó equiparando a la de “campesino” y “pobre”, mientras que servía de sustento para la dominación de la élite criolla. De ahí que el campesino inmigrante en la ciudad se desindigenizara y se convirtiera en cholo, como una forma de mestizaje cultural[2]. Será gran parte de estos migrantes “cholificados” los “nuevos emprendedores” de la llamada economía informal en la ciudad.

Soy muchacho provincianome levanto muy tempranopara ir con mis hermanosa trabajar.Sólo tengo la esperanzade progresar.Busco un nuevo caminoen esta ciudaddonde todo es dinero y hay maldad.Con la ayuda de Dios sé que triunfaré.Tema: Soy provinciano. Género: chicha. Compuesto e interpretado por “Chacalón”

Tanto el análisis del proceso de cholificación como el de las transformaciones en el mundo del trabajo, llevaron a Quijano a introducir la categoría de polo marginal, para referirse a las actividades de los des y subempleados que estaban dentro del poder capitalista, aunque lo central en ellas no era el capital, sino el trabajo. Esto le permitió ver más allá de una problemática del empleo asalariado y más bien analizar las relaciones sociales (de poder) al interior del polo marginal, así como la relación entre éste y el poder capitalista en conjunto[3]. A partir de estos análisis es que Quijano discute con Razzeto y el Programa de Economía del Trabajo – PET en Chile, por ejemplo, que afirman la idea de la acción comunitaria como principio de identificación. Para Quijano, en cambio, no todas las organizaciones comunitarias mantienen esa lógica, salvo cuando sus necesidades inmediatas y urgentes así se lo exigen.

Otra categoría central en el pensamiento de Quijano es la de eurocentrismo, en la línea de la crítica impulsada por los estudios de subalternidad en la India, así como de la crítica de Wallerstein y la del Foro Social Mundial, a las concepciones eurocéntricas de la realidad. Aunque le reconoce el deslinde que hace para no caer en una lógica binaria de “Occidental – No occidental / Europeo – No europeo” (que tiene su origen en la colonia) y más allá de su crítica por ser una referencia básicamente geográfica, Guillermo Rochabrún presenta una interesante observación a esta categoría, por considerar que la crítica de Quijano al eurocentrismo parte de un patrón también eurocéntrico, presentando un occidente moderno y capitalista univalente[4].

Quizás como un avance a partir de estas discusiones, Quijano escribe en el 2011, siendo publicado en Quito, una especie de manifiesto por el “bien vivir”, en el sentido de presentarlo como una “des-colonialidad del poder”, donde presenta a América Latina y a la población “indígena” como los motores de ese proceso. 

... Bien Vivir, hoy, sólo puede tener sentido como una existencia social alternativa, como una Des/Colonialidad del Poder (…) América Latina y la población “indígena” ocupan, pues, un lugar basal, fundante, en la constitución y en la historia de la Colonialidad del Poder. De allí, su actual lugar y papel en la subversión epistémica / teórica / histórica / estética / ética / política de este patrón de poder en crisis, implicada en las propuestas de Des / Colonialidad Global del Poder y del Bien Vivir como una existencia social alternativa[5].

Quijano nos sigue invitando a continuar el diálogo situado, a seguir pensando en categorías como las de “naturaleza” a la luz de los nuevos avances científicos; América Latina, a la luz de su amplia heterogeneidad en un mundo que no es más el de “centro – periferia”; el racismo en medio de procesos de interculturalidad / mestizaje; el estado-nación y su decadencia; entre otras. En medio de estas redefiniciones conceptuales y transformaciones de la realidad, ¿cómo se inscribiría la propuesta del “buen vivir” que no caiga en un moralismo que algunos han llamado “pachamamismo”? ¿Cómo se reconfigurarían las relaciones de poder desde esta perspectiva? La compilación de los textos producidos en las últimas cinco décadas por Quijano está para tomarla en su multplicidad.



[1]Quijano, A. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, pp. 367 – 368.
[2]Un análisis de este proceso fue hecho por Quijano en uno de sus textos más famosos en los años ochenta: Dominación y cultura. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú. Lima, 1980.
[3]En esto se centraba el debate con José Nun y su teoría de masa marginal. Ver: Quijano, Aníbal 1998 La economía popular y sus caminos en América Latina. Lima: Mosca  Azul Editores / CEIS-CECOSAM pp. 109-192
[4] Ver: Rochabrún, Guillermo Occidente, Weber y América Latina heterogénea. En: Debates en Sociología Nº 30, Lima, Año 2005.
[5]QUIJANO, A. Bien vivir” Entre el “desarrollo” y la Des/Colonialidad del Poder. Este texto fue publicado en Ecuador debate (Quito) N° 84: 77-87, diciembre, 2011. En: Cuestiones y horizontes. De la dependencia histórico-estructural a la colonialidad / descolonialidad del poder. Buenos Aires, CLACSO, 2014, pp. 847 – 858.