"Estamos ante una nueva escena bélica a la que muy poca gente le está prestando atención"

Entrevista a Rita Segato 

Por Clinämen


Para empezar, queremos conversar con vos sobre las formas de violencia que se dan hoy en día en los territorios y que no son explicables según los grandes cánones del discurso político-institucional argentino. Nos parece, por el contrario, que estas formas de violencia y de conflicto tienen otro tipo de causas, vinculadas a las economías, a las maneras en que los territorios han ido cambiando en los últimos años, etc. Apelando también a tu experiencia en otros lugares, como México y Brasil,¿cómo pensar estas violencias que están circulando? Nos llama particularmente la atención tu distinción entre una violencia instrumental y una violencia expresiva…

Creo que estamos en el espectáculo de una nueva escena bélica y que muy poca gente está prestando atención a sus características inéditas, a su significado, a su relación con los cuerpos, los territorios, los usos de la violencia, a cómo va a estructurar la realidad de una nueva forma. Últimamente me vuelve a la memoria la experiencia de la vieja película de Ingmar Bergman El huevo de la Serpiente. La vi hace muchísimo tiempo y habría que volver a verla. La película muestra la gestación de una nueva forma de control social en el periodo pre-nazista y creo que hoy estamos frente a un fenómeno semejante: la gestación de nuevas formas de control de los comportamientos de las personas desde un lugar que algunas personas conocen muy bien. No tengo la menor duda que existen "técnicos" que tienen un conocimiento muy claro de cómo se genera este nuevo tipo de control social desde abajo, una suerte de golpe que viene desde abajo y que obra mediante la crueldad.

Como emergió en el informe anual sobre tortura de la Comisión por la Memoria del 2013, hay en los territorios lo que llamo una pedagogía de la crueldad. Se ve en lugares diferentes, por mano de la policía por ejemplo. Retomo este uso de pedagogía de Hannah Arendt, de su análisis del totalitarismo, cuando habla del nazismo como de una pedagogía de la traición. ¿Y qué es la traición si no el sinsentido, la ausencia de una gramática previsible? Si yo les escucho hablar puedo prever la manera en que van a organizar sus sintaxis y van a organizar un significado. Al revés, la traición es cuando el sistema se vuelve imprevisible y la imprevisibilidad es una forma más fuerte de la crueldad. El ser humano, en su condición general, depende de una gramática, una previsibilidad de los enunciados. ¿Y qué ocurre cuando un enunciado no tiene sentido? Como es el caso de la destrucción banal de los cuerpos, cuando se infligen sufrimientos de una forma que no es instrumental. Por ejemplo, ¿qué significa maltratar un cuerpo encarcelado cuando ya está reducido? Es la expresividad de una falta de límite para la capacidad de crueldad, la espectacularización de una absoluta falta de sensibilidad por el sufrimiento humano. Es esta la pedagogía de la crueldad, o sea el hecho que nos esperemos la crueldad desde cualquier lugar, desde cualquier momento y de forma arbitraria. La arbitrariedad tiene un papel central, porque es la arbitrariedad que impone el terror. Uno se aterroriza frente a lo desinhibidamente arbitrario. ¿A qué obedece esa pedagogía de la crueldad? ¿qué estrategia tiene? Es el sometimiento de la entera sociedad a los espectáculos de crueldad. Habría inclusive que pensarlo de una forma más compleja todavía. Preguntarnos qué significa para la sociedad en su conjunto esa crueldad. Estoy convencida que la crueldad no es referida al preso, a la sometida o, si hablamos de la conflictividad en los barrios, no es referida al niño al que se le pone una bala en la rodilla. No se trata de una violencia instrumental porque no es para reducir alguien que ya está reducido. Es una crueldad a la que se expone la sociedad entera. No es una violencia contra el antagonista, contra el soldadito, el miembro armado de la corporación enemiga, de las bandillas, etc. El cuerpo agredido es un intermediario mediante el cual se trasmite un mensaje a toda la sociedad.

¿Se podría hacer una relación entre este tipo de violencia y lo que vos llamásun "territorio en disputa"?

Exactamente. La otra corporación armada es la que es antagonista en este territorio en disputa. Pero la crueldad sobre ese cuerpo, sobre este bastidor – como lo llamo en el libro sobre Ciudad Juárez – ,habla a toda la sociedad. En este sentido no se trata exactamente de la guerra. Claramente está en juego una disputa por la anexión territorial, por el despojo: se expresa la capacidad de anexión territorial en la anexión de los propios cuerpos. Pero el elemento nuevo es esta pedagogía de la crueldad por la cual no sabemos que esperar, un poco como lo que pasó durante la guerra sucia de la dictadura militar, pero con la diferencia que ahora el terror viene desde otro lugar, un golpe desde abajo.

En el último año venimos preguntándonos sobre la necesidad de leer la sección policial de los diarios como una sección política. En tu investigación sobre los feminicidios en Ciudad Juárez hablas de la existencia de una estructura invisible por debajo de esos crímenes, es decir una estructura que no se ve y de la cual, sin embargo, estos crímenes son epifenómenos. ¿Cómo se hace para reconstruir esta trama invisible? Para decirlo en otras palabras, ¿cómo se lee políticamente algo que parece como discontinuo, azaroso, vinculado a las acciones personales de las personas vinculadas?

La cuestión es precisamente desvincularlas de las cuestiones personales. Es lo que nos entrampa todo el tiempo. También cuando leemos la violencia sobre las mujeres estamos entrampadas en esta política general que consiste en llevar siempre todo al foro de lo íntimo, al personal. Hay que tener mucho cuidado con la privatización de la violencia, tan difícil de desarmar. Entre las muchas cegueras que encontramos, me refiero en particular a dos: primero, tendemos a privatizar todo lo que sucede con las mujeres, incluso los actos de violencia que todos colaboran a reducir al foro íntimo,,, victimizando a la mujer de manera terrorífica. Segundo, el hecho de ver toda esta violencia como circunstancial: de que la policía es corrompida, la policía es mal entrenada, la sociedad violenta, los jóvenes se drogan, etc. Planteos que traen aparejadas  sus lógicas respuestas: tenemos que generar una nueva policía, entrenar la policía y darle clases de derechos humanos, legalizar las drogas, reducir la edad de impunidad, etc.

Son todas medidas que piensan el problema de una forma circunstancial sin ver que hay una estructura profunda que está reestructurando la realidad en las sociedades: desde cómo obran las corporaciones o las banditas en los territorios y en ciertos bolsones de vulnerabilidad, hasta la ocupación de tierras disponibles por garantizarse una casa donde vivir y para ir a trabajar. En todos casos, la lógica es apropiarse de algo apropiable. Los cuerpos son parte de esa apropiabilidad, de cómo, en esta fase de acumulación por despojo, nos apropiamos de lo que queda de los territorios comunes y de cómo controlamos la sociedad y la política. Y estas fuerzas y estas estrategias extremamente racionales de ataque a la sociedad y a la democracia vienen desde abajo. Hoy, por ejemplo, hay formas absolutamente eficacesde control de las elecciones y de todos los mecanismos que llamamos democracia. Pero por lo general seguimos pensando en medidas circunstanciales: nuevas leyes, nuevas políticas, nuevos instrumentos que son del Estado. Sin embargo el Estado está comprometido.

En tu trabajo sobre los feminicidios en Ciudad Juárez hablas de una "segunda realidad". ¿Cómo  surgió este concepto y cómo lo trabajaste en tu investigación?

El ensayo sobre Ciudad Juárez comienza por el conocimiento de los cuerpos tirados en los baldíos, esto que llamo epifenómeno dispersoy que tiene como uno de sus principales elementos de blindaje su propia ausencia lógica. "¿Por qué?”, “¡Ah, no puede ser!”, es la reacción de la gente frente a un hecho que  no obedece a una racionalidad accesible. Como ya dije, no se trata de las muertes del enemigo, del antagonista, sino de las muertes de mujeres de varios tipos, pero todas ellas en condición vulnerable. Una gran señal me llegó por las madres de las mujeres asesinadas que en sus manifestaciones por el fin de la impunidad decían: "qué suelten a los que tienen presos, ellos no son los culpables". O sea, la clara indicación a la sociedad de que se trataba de crímenes del poder.

Una persona una vez me dijo que tenía cuarenta y dos hipótesis de la razón de los crímenes en Ciudad Juárez. Desde que las mujeres eran las que trabajaban en las maquiladoras trayendo el salario mientras que los hombres estaban desocupados y esto daba origen a una especie de venganza de género (en realidad en muchos casos se trata de mujeres solas); hasta el tráfico de órganos que ocurriría en el mismo lugar desde hace más de diez años y, por lo tanto, sería muy fácil de rastrear por la policía, inclusive por la policía internacional. O sea, el tiempo de la impunidad nos da la clave de que ahí pasa algo de otro tipo, que no se trata de un crimen instrumental, con una finalidad de venganza o de enriquecimiento (el comercio de películas sadomasoquistas es otra hipótesis que circula).Los crímenes del poder no se dejan inspeccionar, porque las estructuras de poder siempre son ocultas.
Tanto en las grandes empresas que accionan en la administración de los bienes declarados, a la luz del día, como en la administración de las organizaciones que cuidansubterráneamentesus negocios no declarables,el manejo del poder nunca es transparente, nunca se puede ver exactamente. Hay pactos en los varios órdenes del poder porque siempre el poder es monopólico: controla el dinero, controla la política y no puede revelar al mundo sus conocimientos. El conocimiento que el poder tiene de lo que controla es lo que le permite este control y por lo tanto nunca puede ser transparente. Hay formas de acuerdos que se dan en el poder que siempre, por necesidad, tienen que ser ocultos. Entonces pensé en Ciudad Juárez como a un modelo y en este sentido sus muertes son muertes expresivas: expresan el poder jurisdiccional, la capacidad de crueldad, de impunidad. La impunidad misma es un mensaje de control, de soberanía sobre un territorio. En ese momento lo llamé un segundo Estado, vale a decir: por un lado, hay un primer Estado con sus instituciones, con sus agentes, sus jueces, sus policías, sus fiscalesy sus representantes elegidos por el pueblo. Por otro lado,hay un segundo Estado que tiene sus poderes y que, a través de la tortura y el asesinato de mujeres, por ejemplo,  envía un mensaje a toda la sociedad, a sus familias, a la comunidad y también a las autoridades y al propio Estado.Allí está operando un segundo Estado, cuyos agentes son a veces los mismos que operan en el primer Estado. Hoy ya no lo llamosegundo Estado sino segunda realidad, para llamar la atención sobre el hecho de que el Estado siempre ha sido dual. Ya lo han dicho los juristas, el Estado es por su naturaleza dual, siempre controla la sociedad estadualmente y paraestatalmente, inclusive en tiempos democráticos. Lo vemos en el accionar arbitrario de la policía, por ejemplo, en la discrecionalidad con laque en ciertas circunstancias actúa. La policía actúa como Estado, pero actúa también, en ciertos espacios liminales, paraestatal e ilegalmente. La paraestatalidad de la acción policial está dentro de la legalidad. Diferentes autores lo han dicho de forma distinta, quizás Agamben es hoy el más conocido. Es exactamente esta paraestatatidad lo que tenemos que comprender como algo que es propio de la naturaleza del Estado y que, sin embargo,se puede ampliar por otros caminos.  Cuando digo que parece un golpe que está viniendo desde abajo, desde esta segunda realidad, estoy diciendo que hay una expansión del accionar paraestatal al lado de su parte subterránea que está viniendo hoy desde otro lugar. La pienso como una estructura única, no separada, como en los casos de la mafia o el crimen organizado. Es una estructura que tiene adherencias muy fuertes, movimientos circulantes a través tejidos muy fuertes que vinculan esta segunda realidad, esa institucionalidad desde abajo que se expresa con crueldad, con la realidad del Estado.

Cuando hablamos del carácter oculto de esta segunda realidad, ¿qué carácter se expresa como oculto? Porque a la vez se trata de situaciones que pueden ser totalmente visibles y este carácter oculto puede tener que ver más bien con no tener un lenguaje para poder expresar y armar cómo funcionan estas realidades…

Este oculto es estridente, es un secreto estridente como fue en la época de la dictadura. Debe tener esta doble característica: por un lado tiene que ser secreto y por otro tiene que tener una gran estridencia para que el mensaje llegue adonde debe llegar, a sus destinatarios. Y sus destinatarios somos todos nosotros, todos los que estamos aquí en la superficie. Estas dos realidades, subterránea y en superficie, están estrictamente vinculadas.

Escuchándote hablar, esta idea de golpe desde abajo que propones nos hace pensar en cosas muy clásicas de la política, que parecen no vincularse conestas cuestiones y, sin embargo, resuenan aquí. Por ejemplo, lo que decía Maquiavelo de que la política es un problema de conocimiento, de epistemología, de lo que la gente puede saber y no saber respecto al poder. León Rozitchner nos explicó que hay una relación directa entre la capacidad de componer cuerpos colectivos versus terror. Es un gran problema político…

Si un gran problema político. Estamos hablando de política, no de crimen.

En tu libro La nación y los Otros haces referencia a un nuevo paradigma territorial que se desarrolla con el neoliberalismo. ¿Qué tipo de territorio habita esta segunda realidad?

Las formas de territorialidad dominantes hoy están dadas muchos más por la segunda realidad que por la primera, o sea por la realidad oficial, con su jurisdicción y su límites. Y es así porque el Estado se encuentra reducido por diversos caminos, por un lado por el proyecto neoliberal que le quita soberanía, por otro por proyectos críticos que aspiran a que la gente asuma su camino y vaya produciendo sus experiencias de vida, que cada pueblo teja los hilos de su historias, que el Estado devuelva fueros comunitario, como digo en mi último libro La crítica de la colonialidad, donde afirmo que sin esta devolución no hay protección para las personas. Entonces, por un lado hay una reducción del Estado por parte del proyecto neoliberal, inclusive en un Estado bélico como Estados Unidos, donde hay una  tercerización de algunas tareas bélicas; por otro, por el lado de nuestracrítica, la visión de que el camino de la historia tiene que estar en las manos de las comunidades, de las autonomías locales y no estatalmente conducida y narrada. En fin, hay fuerzas de todo orden, pero especialmente económicas y religiosas-usaría en general el termino corporativas- que cruzan las fronteras estatalmentecustodiadas. Son fuerzas que accionan según la agenda global y pueden tener su cabeza en la primera realidad o estar enteramente en la segunda, como en el caso del narcotráfico, el contrabando de armas. En fin,toda la producción de capital que se encuentra sumergida en esa segunda realidad y desde allí produce territorios que cruzan las fronteras estatales y terminan por no coincidir con los territorios oficialmente delimitados mediante los cuales pensábamos la geografía política hasta hace muy poco tiempo.Es necesario crear otra geografía política que tome en cuenta la jurisdicción que va trazando la segunda realidad.

En el mismo ensayo decías que no te interesaba tanto una lectura moral de los procesos que construyen ese paradigma territorial y ponías en el mismo lugar ámbitos distintos como los movimientos étnicos, religiosos, las mafias, las corporaciones económicas, para entenderlos como partes de esa misma segunda realidad. Se trata de una realidad muy compleja donde hay un uso muy fuerte de la violencia y de la crueldad, como lo explicás muy bien, pero hay también economías y maneras de expresar formas de autonomía popular que tampoco entran en una dimensión reconocible por la primera realidad, se colocan al exterior de ella. ¿Cómo pensar estas dos cuestiones?

El problema es que se generan paraestados. Ahí hay una demarcación. Trabajé años en la cárcel de Brasilia con equipos de estudiantes y al comienzo la gente va a trabajar allí con la ilusión de encontrarse con un banditismo noble e insurgente y pronto se decepciona y comprende que por lo general los encarcelados tienen finalidades individualistas, muy poca capacidad, excepto raras veces, de organización colectiva, y que en el fondo su mentalidad es casi idéntica a la del policía, mucha veces pertenecen a la misma clase social o incluso a la misma familia. Prácticas que uno veía como insurgentes, de liberación del Estado tienden al revés a crear allí abajo, en la segunda realidad, formas de paraestado no sólo en un sentido de organizaciones verticales, con cabezas y jerarquías, sino también porque tienen su armas, sus propias tecnologías de guerra. La segunda realidad es especular a la primera. Y ahí muchas ilusiones se caen, porque el modelo estatal organiza al mismo tiempo la primera y la segunda realidad y muchos de los personajes actúan a dos aguas, arriba y abajo.

Otro ejemplo son las iglesias evangélicas que, con la globalización neoliberal, se organizan como un Estado multilocalizado que, aunque su cabeza es siempre en el Norte, corta los territorios oficialmente marcados de las naciones. El paradigma sigue siendo territorial y estatal, pero ahora en un sentido paraestal, que corta a través de lo que antiguamente eran territorios administrados por naciones. Como en la idea de gubernamentalidad de Foucault, la línea de la jurisdicción territorial es continua, viene del mundo feudal, pasa por el mundo moderno y después deviene propiamente biopolítica, pero siempre pensando al territorio como una cosa sujeta a la apropiación.

Sin embargo, actualmente todo se vuelve más poroso, ya no hay ese límite territorial que es el límite de la jurisdicción gobernada, todo está en continua circulación: de las corporaciones a las iglesias, de las injerencias del Norte en la seguridad pública (la DEA y de otros organismos policiales del Norte que actúan dentro de los países latinoamericanos) a las mafias y su tráficos de droga, personas, y mercaderías, etc. . Se trata de un nuevo tipo de jurisdicción que se hace más pastoral que nunca porque el rebaño ya no está comprendido en un territorio jurisdicción de un Estado, anda suelto. Por eso el cuerpo deviene tan importante, porque se vuelve el bastidor/territorio donde se clavan las insignias de gobierno.
Por eso la gran obsesión de los fundamentalismos cristianos, y no sólo por el cuerpo de la mujer y el control de su capacidad reproductiva, porque el cuerpo de la mujer es el bastidor por excelencia. Es casi una cuestiónlevi-straussiana. Para Levi-Strauss la mujer es un anfibio, las feministas se lo han criticado hasta la muerte, pero creo que ahí hay una gran intuición. La mujer es simultáneamente  persona y cosa, moneda de intercambio, tiene un carácter anfibio. Es cosa no en el sentido de naturaleza, otro tema que también se podría analizar, sino en el sentido de territorio. Cuando los territorios dejan de estar circunscriptos y se abren a otros territorios gobernados, con su cabezas, sus nomenclaturas, sus formas parastatales, lo que queda como último territorio es el territorio-cuerpo de la mujer entendida como cosa. El control sobre la procreación, por ejemplo, es un signo de la corporalidad que traza la pertenencia a una nomenclatura, a uno de estos paraestados. Los fundamentalismos son una característica de la modernidad tardía que necesita marcarse en los cuerpos del propio rebaño y especialmente en los cuerpos de las mujeres, que son los que más fácilmente se leen, el rebaño del rebaño. En este sentido los fundamentalismos son precisamente un síntoma de ese tiempo, donde el territorio es un territorio que viaja y las marcas, por lo tanto, deben ser muchos más claras. El territorio es el mismo rebaño que ya no tiene cerca y, por ende, el cuerpo tiene que ser espectáculo de la propia jurisdicción, tiene que espectacularizar su pertenencia.

¿Podemos pensar esta espectacularizaciónde los cuerpos como la radicalización de la separación típicamente moderna entre sujeto y objeto, individuo y cosa, que se traduciría hoy en afirmaciones identitariasobjetivadas y fetichizadas?

Cuando el gobierno pastoral se vuelve sobreun rebaño que ya no está en una jurisdicción cerrada, para conseguir una solidaridad de red necesita hacer muchos más sacrificios con relación alas marcas que expresen su unidad. Y en este sentido no se trata de una deterritorialización sino de una ultraterritorialización. Nunca lo pensé en los términos de sujeto/objeto, porque esta relación está dentro de la propia persona.

Creo que vivimos en una época donde es necesario poner mucho esfuerzo para entender las segundas realidades que están vigentes, ,de otro modo no podemos entender la vida social. Y las ciencias sociales siguen, al revés, concentrándose solamente en las dinámicas clásicas de la jurisdicción estatal, un impresionante pérdida de tiempo. Es claro que en la segunda realidad hay también movimientos y prácticas que son insurgentes de verdad y otras que no lo son. En la segunda realidad hay también nuestros sueños de un camino de las sociedades y de las comunidades por afuera del Estado, que sigue siendo colonial y opresivo.

Estoy totalmente de acuerdo con Eduardo Viviros de Castro cuando decía, en la presentación de su libro en la Cazona de Flores, que o  aprendemos a caminar por afuera del Estado o estamos perdidos, porque el Estado no fue construido para liberar a las personas. Le digo siempre a mis estudiantes: si ustedesconstruyen un cañón lo máximo de elasticidad que pueden darle a esa forma cañón es que sea un juguete, pero el cañón fue construido para lanzar balas. Con el Estado pasa lo mismo, fue construido para algo y no puede ser usado para otra cosa, por eso no puede existir un Estado que devuelva los fueros comunitarios. Por ejemplo, en Brasilia ahora hay un gobierno de izquierda y, sin embargo, miren que síntoma interesante: hay un basural en una región muy pobre de la ciudad y un grupo de familias se organizaron en comunidad para explotar la basura, la recogen, la diferencian, la comercializan y viven así de su propio trabajo, se construyen su autonomía. Después de una gran lucha el gobierno acepta la negociación para contratar después una corporación transnacional de selección y tratamiento de los basurales y ofrecerle a esa gente que se transformen en trabajadores asalariados con estabilidad en el empleo y con una seguridad que, según el Estado, no tendrían de otra forma. Es un síntoma: a la estabilidad y la seguridad que le ofrece el Estado, ellos prefieren continuar con su autonomía.

El Estado no acepta el lenguaje de la devolución de autonomía. Se ve en Bolivia, donde el proceso paró precisamente porque el Estado no está construido para supervisar la autonomía comunitaria y no acepta formas de resolución de los conflictos que no pasen por su mediación. Al contrario tiene una cantidad de mecanismos internos para garantizar el poder medico (el especialista como único autorizadoa curar), el poder jurídico (el abogado como único que puede resolver conflictos), el poder edilicio (el arquitecto y el ingeniero como únicos que pueden construir una casa), etc. El Estado habla el lenguaje del control, no lo de la autonomía. Y a su lado aparecen varios otros poderes: algunos que crean su propia cabeceras estatales, inclusive muchas formas de la política insurgente de los setentas terminaron allí, en un mecanismo de verticalización; y otros que están experimentando otras formas de insurgencias que no pasan necesariamente por la creación de paraestados, por cabeceras de decisión, por vanguardias...

Una última pregunta: ¿cómo pensar hoy, a través de tu noción de “segunda realidad”, las periferias urbanas? Lo que venimos viendo es una vitalidad popular que se coloca en un marco informal que no encuentra traducción en el lenguaje de la política estatal, un exceso vital que puede ser muy violento y conflictual. Al mismo tiempo, se difunde cada vez más una lectura moral de los territorios, queintenta reducir esa vitalidad en una supuesta moral de los pobres y quehabla de corrupción como intento de volver a una supuesta legalidad estatal. ¿Cómo pensar en este exceso vital, y a las maneras complejas en que se expresa, sin caer en la trampa de volver a proponer una perspectiva estadocéntrica?

Creo que las luchas van siempre, inevitablemente, con una doble inserción: por un lado, tenés las luchas y los discursos con un pie en las grandes estructuras nacionales y globales, sean de mercado, religiosas, o de derechos humanos y por otro tenés las luchas locales y las organizaciones arraigadas en las localidades y en bolsones regionales. Las grandes estructuras intentan englobar y aprisionar las luchas locales y regionales, pero éstas van constantemente rebalsando, no permitiendo su engolamiento. Es precisamente esta doble inserción que los gobiernos no alcanzan a ver, tampoco los mejores gobiernos que hemos tenido (Chávez, Morales, Correa, los Kirchner y en medida menor Lula) que terminaron todos por erosionar los mercados locales y regionales. El "mercado" no es solo el mercado global, hay mercados locales y regionales que tienen una doble finalidad: una finalidad de acumulación de riqueza que mira en dirección del mundo, pero también otro tipo de finalidad. No necesariamente toda riqueza es una riqueza de tipo capitalista, para que sea capital la riqueza debe tener como finalidad ultima la acumulación y, por lo tanto, la concentración. Hay otras finalidades que están modeladas por la doctrina del buen vivir y no permiten que la riqueza y el enriquecimiento, inclusive gigantesco, sean finalizados a la acumulación. Habría que investigarlo más. De todos modos, los gobiernos están sacrificando todo a la participación en el mercado global, deshaciendo los mercados locales y regionales en tanto no sean aptos para lo que solicita el mercado global, esencialmente: soja y minerales. Es un gran error y la historia ya nos enseñó que cada vez que hay un cierre en el mercado global no te quedan mercados locales y regionales para sustentar la vida. Para mí hoy un camino sabio es un camino que tiene un pie en lo local y otro pie pensando lo global, pero a dos puntas, protegiendo otras formas de riquezas que no coinciden con la riqueza capitalista. La vitalidad está ahí. Es la abertura de la historia.

En el presente lo único que funciona como utopía es el carácter imprevisible de la historia. La historia no se puede controlar, es convulsiva, abierta. Y nos enseña que jamás unanación por sí misma, aunque concentre todo el poder de muerte, aunque sea un gran imperio, nunca podrá controlar el curso de la historia. Y esto es una gran utopía, es lo que ustedes están llamando vitalidad dicho en mi vocabulario. La vitalidad de la marcha histórica es tal que va siempre a rebalsar, nunca va a poder ser contenida y controlada por estas estructuras de poderes, yasean estatales, sobreestatales o paraestatales. Porque ahí lo que está en juego es una inteligencia de otro orden, que es la inteligencia de la propia especie, una vitalidad que siempre se le escapa a la burocracia de todos los órdenes. Hay una luz histórica y esta luz histórica debe ser analizada con categorías que son de otros órdenes y que acepten las brechas, acepten las fisuras de lo humano. Lo humano se escapa de una manera milagrosa al control por su extraordinaria complejidad. Nunca será capaz de producir artificios, burocracias, y sistemas capaces de cerrar esta brecha histórica, esta fisura que es propia de la historia y va siempre en dirección de lo desconocido. Es un espíritu trágico de la historia que nos dice que la historia está siempre en desequilibrio y la inteligencia está precisamente en comprender este desequilibrio que no puede ser equilibrado y sistematizadode una vez por todas.