Devaluación,"final de partida” y… de ciclo
por Fernando Rosso
La imagen del gobierno esquivando sus contradicciones con sobreproducción de relato llegó
hasta que empezó a pedir “tablas” y la semana pasada pateó el tablero (hacia la
derecha). “Cristina corazón, acá tenés los pibes para la devaluación”, fue una
de los tantos remedos que circuló en las redes sociales ante la última medida
económica del gobierno. El proyecto “nacional y popular”terminó en parodia de
sí mismo y en un nuevo drama en puerta, para la mayoría de la nación.
La clásica de
obra Samuel Bekett “Final de partida” (1957) puede resultar metafórica para el
presente del kirchnerismo y sus puestas en escena que rememoran al teatro del
absurdo. Para algunos críticos, la resistencia de Hamm (uno de los dos
protagonistas centrales de la obra) a aceptar el fin puede ser comparada con la
del jugador amateur de ajedrez a admitir una derrota.
Esa era la
imagen del gobierno esquivando sus contradicciones con sobreproducción de
relato, hasta que empezó a pedir “tablas” y la semana pasada pateó el tablero
(hacia la derecha).
“Cristina
corazón, acá tenés los pibes para la devaluación”, fue una de los tantos remedos
que circuló en las redes sociales ante la última medida económica del gobierno.
El proyecto “nacional y popular” terminó en parodia de sí mismo y en un nuevo
drama en puerta, para la mayoría de la nación.
La definición
de “fin de ciclo” estaba legítimamente fundamentada en dos dinámicas
convergentes e interrelacionadas: la llamada crisis de sucesión política y el
límite que encontró el crecimiento expansivo de la economía, que tuvo su base en
el viento de cola de la economía mundial y la mega-devaluación del 2002, que
abarató el precio de las fuerza de trabajo y de las mercancías argentinas en
general. La inflación comenzó a ser la manifestación del agotamiento de ese “modelo”.
Una serie
fortuita de eventos nacionales e internacionales, como el rebote extraordinario
de la economía mundial en 2010-2011, la muerte repentina del ex– presidente
Néstor Kirchner y la incapacidad política de la oposición tradicional, actuaron
como contra-tendencias económicas y políticas a la decadencia. El 54% encandiló
y generó la ilusión de “Cristina eterna”. El éxito empujó a la excesiva
“autonomía” y al extremo al arbitraje bonapartista.
En ese año
2012 se retoman las tendencias críticas, baja del crecimiento y delas tasas
chinas, disparada de la inflación, comienzo de la restricción externa, crisis
energética y enfrentamiento con el movimiento obrero. Eran los tiempos del
insulto gorila contra los trabajadores, cuando los docentes se habían convertido
en “extorsionadores” y las enfermedades laborales (como la tendinitis de los
trabajadores del subte) eran motivo de chicanas y “zonceras”del elenco
gubernamental, con “Animal” Fernández a la cabeza. El salario se convirtió en
ganancia, sujeta a impuesto.
El año 2013
traduce esto al terreno político electoral y certifica la derrota,sellada con
la baja hasta el piso del 33% de los votos y la pérdida por derecha y por
izquierda.
Si se
analizan las principales medidas de este periodo, la devaluación actual y el
consecuente ajuste, que favorece a los grandes empresarios, no es tan novedosa.
Tarifazos propios o tercerizados, entrega y reprivatización de YPF a Chevrón,
ley de ART “a la medida de la UIA”, pago religioso de la deuda externa usuraria,
impuesto al salario y “techo”” a las paritarias, campaña electoral en la “madre
de todas las batallas” (la provincia de Buenos Aires), basada en el discurso de
la “seguridad” y conducida por Scioli. Todo bendecido por un“neo-papismo”
bergogliano. Massa no lo hubiese hecho mejor.
La
devaluación abrió el camino para la profundización de este ajuste. Lo que
en estos días se decide es el ritmo, no el fondo. Es decir, si la “liberación”
del cepo al dólar abrirá una espiralización devaluatoria e inflacionaria y
la agudización de la crisis; o si será mediado y en cuotas.
El
complemento del nuevo “plan” es la búsqueda de nuevos acuerdos internacionales
que fortalezcan el atraso y la dependencia. La caída del salario real ya es un
hecho, el aumento de las deudas provinciales (solo Córdoba tiene más del 50% de
su deuda en dólares) empujará al ajuste a varios gobernadores. La dolarización
del precio de los combustibles, acordados con Chevrón exigirá tarifazos a las
naftas (que ya se vienen aplicando).
Las
paritarias serán cualitativamente más duras y decisivas. El gobierno
hizo concesiones a todas las corporaciones: a la corporación financiera de
los“buitres”, a quien ofertó pagar en París, a las corporación empresaria
que obtuvo una jugosa devaluación, especialmente a la famosa “oligarquía” y los monopolios
cerealeros (60% aumentaron sus ganancias en pesos en un año, gracias a la
devaluación, 30% en días), a Chevrón y las corporaciones petroleras y hasta la
corporación armada (las policías) tuvieron sus “paritarias express”con aumento
récord en cifra y en tiempo. Pero ahora exige “moderación” a los trabajadores y
que sean “solidarios” y no tan…corporativos, mientras saquea su salario. El
gobierno es corporativo ante las demandas de las clases dominantes y exige a los
trabajadores que sean “hegemónicos”, mientras transfiera recursos del trabajo al
capital.
La
devaluación del equipo económico-político es igual o mayor a la del dólar.Al
ministro Kicillof lo traiciona el inconsciente y es el mismo el que compara la
situación con el final de la Alianza: “la brecha (entre el dólar blue y
el oficial, NdR) fue tomada por los medios como sucedía en la época de De la
Rúa con el Riesgo País. Buscan desestabilizar el Gobierno…” (Página 12, 26/01)
Elfin de la fortuna desnuda la ausencia absoluta de “virtú”. Y para colmo de males,
Godot, esta vez, tampoco va a venir.