Entrevista con Tomás Abraham

por Pablo E. Chacón 
(exclusiva para Lobo Suelto!)
  


En tu último libro, “El no y las sombras” (Eudeba), dedicado a diversos filósofos, escritores, pensadores, etcétera, es imposible evitar leer -aunque sea de soslayo- alguna referencia a la Argentina actual. ¿Esperás ser leído de esa manera o simplemente esperás ser leído?

Por suerte ese libro nada tiene que ver con la actualidad nacional. Se trata de obras de filósofos de los cuales ninguno es argentino. Por ahora no escribo libros en clave, me parece decadente y propio de una crítica más decadente aún. Para escribir en clave debe haber censura que obligue a gongorismos. Es un tema que estudió el filósofo Leo Strauss. Espero ser leído, comentado, elogiado, premiado y pagado.

“Abraham es muy crítico, muy duro, no tiene paciencia”. Escuché eso muchas veces. ¿Gana algo el gobierno expulsando a los intelectuales críticos de los espacios de poder mediático que controla?

Ese comentario parece hecho por una vecina de mi consorcio. ¿Duro respecto de qué? ¿De quién? Aquellos que dicen eso es porque no se atreven a decir lo que otros más sinceros sí dicen: que soy de derecha, gorila, menemista, rico, progre, rumano.

Si entendí bien, poco menos decís que el kirchnerismo es la continuación del menemismo por otros medios. ¿Entendí bien o me quedé corto?

La pegaste justo. Son lo mismo, fueron a la misma escuela. Uno estudió artes combinadas, Menem; los otros, Néstor y Cristina Fernández, estudiaron para peritos mercantiles. Uno se abrazó con Rojas, los otros con Bonafini, podrían haber intercambiado a los abrazados si así les convenía. A eso se le llama pragmatismo en la Argentina.

Decís Prat Gay-Donda, Binner, etcétera. Hasta hace poco no pensabas casi en nadie. ¿Qué te hace creer que una articulación semejante pueda producir algún efecto?

Tengo ganas de hinchar por alguien, ya que el futbol es un desastre. Las competencias electorales son alegres. Es un circo. Un desfile. Los candidatos pasean por los barrios, lanzan globos, reparten cositas, sonríen y se sacan fotos. Y se pelean. Divertido. Prat Gay y Donda van muy bien para el Senado, lo harían algo más civilizado, erótico, honesto y menos gordo o bigotudo. No me vas a decir que no valen la señora Alperovich y Picchietto o como se escriba.

Esta semana pasada estuvo en Buenos Aires el italiano Carlo Vercellone, especialista en capitalismo cognitivo. ¿Existen en este país la competencia intelectual para pensar esa cuestión?

La verdad es que no pude estudiar esa bolilla. Tuve que cuidar a mi abuela que vive en Pergamino. Pero te prometo que para la próxima sabré todo el tema. Vercellone, suena rico.

Pregunté lo anterior porque una de tus preocupaciones es la educación. Y que se sepa, estudiar en serio, estudian pocos. La universidad argentina ¿perdió la excelencia, o existe un confort prebendario imposible de quebrar?

¿Confort prebendarlo? Han pasado 47 años desde la noche de los bastones largos, medio siglo sin estudiar. Abuelos brutos, padres brutos, hijos brutos. Al menos se llega  a los ciento cuarenta caracteres. Con eso llenamos plazas y salimos por la tele.

Javier Auyero me decía el otro día que el clientelismo no tiene que ver necesariamente con situaciones de emergencia. Que podía ser una política de estado. Badiou piensa lo mismo, de la Argentina y de Venezuela. ¿Qué pensás vos?

Badiou piensa lo mismo que Badiou, que siempre pensó lo mismo. Es el principio de identidad made in France. Creo que el clientelismo es un concepto falso. El cliente es un comprador posible, tiene poder adquisitivo, puede no comprarnos y guardarse la plata o gastarla en otra cosa. También puede comprarnos y no pagarnos, un hábito nacional. En política hay esclavitud.

¿Qué quiere decir progresista en la época del apogeo de la técnica, del fin de la privacidad, del ciberespionaje y de la biopolítica?

Progresista quiere decir mani pulite. No ser un bicho. Por ejemplo, a ver… a ver….nada…a ver… ayer vi Lincoln, la peli de Spielberg con Danny Day Lewis, eso, Abraham Lincoln era progre, haciendo clientelismo, oportunismo, caciquismo…era progre.