por Diego Valeriano Agua, muchísima agua, el paquete de velas 20 mangos en Villa Elvira, cinco trabajadores esclavos que perdieron todo y tienen que pagarlo, Club Med; calles como ríos. Subiendo las cosas a la cama y después al armario y después se ahogan conmigo. Infinidad de gritos en la oscuridad, celulares última generación que no responden, redes sociales, cruzar nadando la calle para ayudar a la vieja que vive sola y los hijos nunca pasan a ver; una, dos, tres, cuatro horas y no para, autos flotando. Un chabón subido a un árbol en la plaza, sigue lloviendo, la 7 es un río tempestuoso que se lleva puesto todo. Paró, silencio, oscuridad. Los perros comienzan a ladrar, los chicos lloran y nadie duerme, el agua baja de a poco, solidaridad entre víctimas. Sale el sol y empiezan algunos saqueos, pocos, poquitos porque no quedo mucho, plasmas al lado de los cuerpos; bomberos, policías, municipales, militantes, funcionarios desconcertados. Aparecen más cuerpos, miles de mile