¿Qué les pasa?

por Luis Mattini


¿Qué les pasa a los izquierdosos, zurditos o nacionales y populares o seudos  peronistas advenedizos? ¿Le piden al Papa que deje de ser católico?

Yo soy ateo, marxista, libertario internacionalista y ante tanta papurruchada me acordé del gran escritor argentino Bernardo Verbitsky, muy olvidado hoy en día, quien entre una profusa obra es autor de la novela Villa Miseria también es América. De él aprendí que la pluma no se vende, aunque quien pague sea la propia Reina.  

Del marxismo aprendí que la Iglesia Católica es un poder espiritual muy fuerte en el mundo , incluida la Argentina. 

De la historia reciente aprendí que su poder es tan grande que, sin poseer divisiones, venció a las mejores unidades blindadas del Ejercito Rojo que habían derrotado al nazismo y logró tirar abajo a la poderosa Unión Soviética.  

De Lenin aprendí que la religión es un asunto privado. 

De mi faceta libertaria aprendí que los  grandes males del civilización son la propiedad, el matrimonio y el Estado.  

Claro uno vive en un Estado con sus leyes y a veces no se puede evitar estar casado para compartir ciertos beneficios sociales  con nuestra pareja, o por puro gusto. Por eso me parece aceptable y participé de la legalización del matrimonio gay….civil, claro esta! Por lo tanto el pedido de matrimonio gay  eclesiástico es un  asunto absolutamente privativo de los gay católicos! Lo mismo vale para el fin del celibato. Es algo que no nos incumbe a los ciudadanos que nos somos católicos, de la misma manera que como no soy judío, no opino sobre la validez o no de la circuncisión, ni de la ética protestante. 

Por lo tanto, en el papel de periodistas, ciudadanos argentinos, docentes, profesionales, sencillos trabajadores, etc, es un disparate haberle pedido/exigido al nuevo Papa,  entre otras cosas,  que acepte el matrimonio gay, que propicie el fin del celibato, incluso que permita el aborto. Esos son, insisto, asuntos privados de los creyentes. Además queridos  neoizquierdistas,  en países como la ex URSS y Cuba los gay fueron perseguidos  incluso con el código penal. 

O sea, los prejuicios contra la diversidad sexual fueron y son extensivos al conjunto de la sociedad  y la izquierda es la primera que tiene que hacerse la autocrítica. Asimilar esto es algo muy reciente en las mayorías de las sociedades, lo cual obliga que empecemos por casa. Es decir, antes de pedirle esas cosas  a la Iglesia  debemos  profundizar lo que hemos hecho nosotros hasta ahora, màs allà de la superficie legal. 

¿Qué hacemos todos los días para incorporar la diversidad sexual plenamente a nuestra cultura? ¿Estamos seguros de poder asumir con naturalidad la posibilidad de que nuestros hijos sean gay?

Por otra parte, ¿por qué no se les ocurre pedirle al Papa algo mucho más importante, que afecta a toda la humanidad, que deje de creer en esa formidable mentira que es Dios? A mí, que soy realmente ateo, por lo tanto creo firmemente que Dios es una mentira, no se me ocurre porque la religión es el derecho privado de creer en lo que se nos ocurra. Sólo que por ser privado no debemos incluir esto en asuntos de Estado.   

En cambio como ciudadanos argentinos debemos exigir al Congreso de la Nación que elimine esa aberración constitucional que estipula que se debe de ser católico para poder ser presidente de los argentinos.  Y ese no es un asunto que se deba a la Iglesia en términos legales (la Iglesia debe influir, claro está): esa es responsabilidad  de los ciudadanos católicos, en tanto ciudadanos y no en tanto ­católicos, y de los demás ciudadanos que no lo son pero no se “animan”. ¿No es paradójico que si genios como Freud, Einstein o Marx hubieran sido ciudadanos argentinos nativos no hubiera sido posible  proponerlos como presidentes? ¿Cuántos mahometanos, judíos, ateos, luteranos, etc,  muy inteligentes y dotados de sabiduría, andarán por allí sin que podamos disfrutar de sus talentos como presidentes?

Luego, está claro que creer o no creer en Dios es un asunto personal y es parte de la libertad de conciencia.  Es eso exactamente, creencia. Ni el Papa puede demostrar la existencia de Dios, ni yo puedo demostrar la no existencia.  Pero cuando la Iglesia empieza con su discurso dogmatico a decir “bienaventurados”  (los pobres, los sufrientes, los enfermos)  allí si se produce un conflicto ideológico, porque la Iglesia está propiciando la mansedumbre, la obediencia, la aceptación de la injusticia, criticando la rebeldía y la lucha por lo justo. Porque nosotros, los que intentamos cambiar al mundo,  podremos haber sido derrotados, pero no vencidos, por eso no somos zurditos nostálgicos resignados a la frase “esto es lo que hay”, no, de ninguna manera aceptamos este reinado de lo políticamente correcto,  seguimos siendo rebeldes construyendo otro camino para la liberación.

Intuyo que en esta oportunidad de surgimiento de un Papa argentino, en medio de semejante oportunismo, el gran escritor Bernardo Verbitsky habría escrito otra novela continuidad de aquella, quizás titulada “Villa Miserables también es Argentina”.